Tengo la mesa de comedor de mi casa llena de libros. Los he ido posando allí, antes y después de leerlos, durante estos meses atrás, en los que me han sucedido cosas de las que marcan el tiempo de uno. Kertész, dos Steiner y Magris, ensayos sobre Latour o El Bosco, el gran Capograssi, Claude-Edmonde Magny, Simon Critchley, biografías de Philip Roth y de Semprún y la correspondencia Melville-Hawthorne, dos espléndidos Atalantas (Somerset Maugham y Robert Aickmann), el Trieste de Drndic y el libro de Svetlana Boyn sobre el la nostalgia del exilio, Aleksandra Lun y Elisa Rodríguez-Court arriesgando a tope, y tres Tanizakis (El club de los gourmets, que es una genialidad, los cuentos amorosos y la traducción directa del japonés del Elogio de la sombra). Trataré de ir contando un poco de todo eso. ¡Ah, se me olvidaba! También leí con fascinación La presa de Nemirowsky.
Querido Alvaro, podrías pasarme la referencia o referencias de los ensayos sobre De la Tour?
Agradecido
Claro. Me refería a los textos del catálogo del Prado, coordinados por Dimitri Salmon. Tienen un enfoque historiográfico, pero apuntan cosas que superan ese sesgo o espacio de confort en el que se mueven los historiadores del arte. He aprovechado para releer los comentarios a algunos cuadros del Latour de Ferté (Rosenberg) de Gallimard y el Robert Fohr, una semblanza del pintor y de los cuadros llena de datos de interés. En el libro de Taschen, Los secretos de las obras de arte, de los Hagen, hay un análisis interesante del cuadro La buenaventura. Los rostros femeninos de ese cuadro me fascinan. Y por último, he releído también Retratos y naturalezas muertas de J.J. Lozano (Trotta). No te pierdas, por ejemplo, el comentario a las rodillas de la Magdalena Terf en pp. 49 y ss.