Notas para un diario 258

Cada noche veo un capítulo de la tercera temporada de Downtown Abbey. Como en la mejor narrativa inglesa de los siglos XVIII y XIX, el tema no es otro que la casa y el amor a la casa. Todos los personajes son sólo en función de este paraíso privado que pudiera llegar a ser la casa familiar. La propiedad que se hereda, a la que se sirve y que se transmite de generación en generación. La peor tragedia sería perderla y eso convierte la vida de los personajes en una lucha activa por custodiar el bien del que se hacen depender todos los demás bienes. Pienso en otra forma de vida que me interesa aún más, y de la que me siento más cercano: el exilio. Nadie ha explicado la condición del exiliado, últimamente, como lo hiciera Walter Benjamin en su ensayo “Experiencia y pobreza”. Si no recuerdo mal, lo escribió en Ibiza. En el exilio apenas se posee nada, ni siquiera el uso de la lengua llamada propia. Algo que resulta especialmente doloroso para quien escribe. La casa o el exilio son dos polaridades opuestas. Seguramente lo más cansado resulta ser el intento de familiarizarse con las situaciones y las cosas nuevas que nos rodean. Se produce siempre una mayor o menor resistencia al cambio. Tal vez  la irreconciliable necesidad humana de vivir en un hogar, en un hogar libre, forme parte de nuestro ADN.

4 Comments Notas para un diario 258

  1. francis black 15/04/2014 at 11:31

    Vamos cruzando pensamientos, ya es eso.

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  2. Álvaro de la Rica 15/04/2014 at 11:56

    estoy deseando leer el libro de Valero, especialmente la tercera parte

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