Último día de clase

Mañana será mi último día de clase. Una nueva promoción de alumnos se irá por la puerta al terminar y yo me pregunto si se llevarán algo de estas quince semanas de lectura en común. Lo ignoro. Sí sé en cambio lo que yo he intentado con mayor o menor fortuna: que aprendan a escuchar a alguien que hace cincuenta, cien, mil o dos mil años cogió una pluma y fijó por escrito lo que llevaba por dentro; ese legado no hubiera sido posible si el escritor en cuestión no hubiera a su vez escuchado y leído con amor a otros que habían hecho lo propio antes que él. Sófocles, Kavafis, Tucídides, Platón, Agustín, Petrarca, Dante, Kafka o Carver y un largo etcétera. Ahí está todo, escuchar primero para después poder hablar desde uno mismo. A mí me han escuchado con atención y respeto. Este año quizás de un modo especial. Por eso pienso que algo habrá quedado, que más de uno, de una, de dos, estará dispuesto a continuar por su cuenta un diálogo de ideas. Nada es más fructífero en términos intelectuales, afectivos y morales. No me fío de ninguna otra clase de formación más allá de la lectura en común y del diálogo riguroso y abierto. Nada hay más fecundo. Nada abre mayores horizontes apelando a la libertad.

4 Comments Último día de clase

  1. Anita Noire 29/11/2012 at 12:38

    Totalmente de acuerdo.

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  2. Álvaro de la Rica 29/11/2012 at 23:16

    gracias amigo por la referencia de la que he tomado buena nota

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  3. Berta Viteri 04/12/2012 at 10:34

    ¡Me dan envidia! Ojalá hubiésemos hablado algo de Kavafis cuando me “tocó” a mí pasar por aquella clase. Con Kavafis tengo una relación muy especial; porque encontré un tomo viejito, viejito, de “Poesías completas” en mi casa. Estaba marcado, subrayado. Lo que más me gusta es que fue un regalo para mi tía (no sé de quién) y está dedicado, pero no en la primera página ni en la segunda, sino en la página 54. En el poema “Cuanto puedas”; la dedicatoria dice: “Por aquello de discotecas y demás”.

    Hay libros que pasan de generación en generación y todos lo sienten como suyo. ¿Algún día lo encontrará mi hija o mi nieta y también leerá esa dedicatoria? Eso espero.

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