He encontrado, trasteando por ahí, esta hermosa imagen. Pertenece a una instalación. Es obra del artista inglés Tony Hornecker. En este caso la creó para una especia de bar que está en Valparaiso, Chile, y que se llama “The blue pale door”. Si miráis las imágenes de Hornecker os daréis cuenta de la diferencia que hay entre un artista y un decorador (pero ese otro tema, muy poco de moda porque justamente el artista odia la moda y la moda odia al artista). A mí lo que me importa es que esa imagen de los dos trenes rojos varados en paralelo, con esa luz dorada y las ventanas negras que dejan entrever el abismo es una imagen que pertenece más a la realidad del sueño que a la apariencia de la vigilia. Ese tren va directo a algún lugar que está más allá y yo veo pasearse por ese andén a Anna Karenina.
Imágenes del sueño

Me sabe a poco, a muy poco…
Vengo gracias a una alumna suya, Belén, de un blog de temática muy diferente, en el que hablaba de usted. Me interesa mucho la literatura, soy una lectora infatigable, y cuando acabe el que leo actualmente, voy a comprar el de usted. Después de “investigar” durante el fin de semana, me ha gustado mucho el tema que trata y aunque creo que lo leeré
rápido, estoy segura que la reflexión posterior, dará mucho más de sí.
He estado leyendo algunas de sus entradas a este blog, y me gusta mucho cómo lo hace; su mirada. Hay uno que me ha parecido especialmente complejo
Disculpe, se cortó (escribo desde un smartphone). Le decía que hay una entrada que encontraba especialmente compleja, por la multitud de sentimientos que transmite, y es acerca de su amiga fallecida. Me conmovió especialmente, tanto por el contenido, como por la forma de escribirlo. Empecé a seguirle en twitter, para estar más pendiente de sus entradas. Un placer haber dado con su blog.
En twitter, aparezco como @airesvioletas
Bella imagen, Álvaro. No conocía a Hornecker y me he demorado en contemplar las imágenes. Anna Karenina puede estar caminando en el andén y a la vez estar en su asiento del tren. La veo poniéndose un almohadón entre las rodillas, cubrir sus piernas con una manta, pedir a su criada la linterna, sacar del bolso un cortapapeles y una novela inglesa, y entregarse a la lectura. Es una escena deliciosa muy bien descrita por Tolstói en su libro.
Un beso y gracias por esta entrada.