Alfred Polgar, en Manuale del critico (Adelphi, 2000), escribe una pequeña entrada (Ci sono capolavori), que pretende ser un homenaje a la cultura francesa, en la que dice lo siguiente: ” Hay obras maestras de una limpieza tan mágica que el ojo puede intuir el fondo. Su profundidad – ¡qué maravilla!– se encuentra en la superficie. Los alemanes piensan (equivocadamente) que sólo el agua turbia puede ser profunda”. Lo de menos son las determinaciones nacionales (también hay franceses y francófilos pesadísimos) pero la cuestión está perfectamente centrada: la profundidad que haya en el arte está desde luego en la superficie.
La maravillosa foto pertenece a mi adorado Bernard Plossu (el mismo que me permitió con toda liberalidad poner su imagen de La Rotonde en la portada de La tercera persona).
Chapeau!