Phaidon Press acaba de editar de nuevo la Historia del arte de E. H. Gombrich en castellano (es la sexta reimpresión de la decimosexta edición en español) en el formato de bolsillo que había confeccionado para el original inglés de esta obra hace unos pocos años (en 2006). No creo que exagero si digo que, de los cientos de libros que tengo a mano, desde el punto de vista material, es el más bonito de todos ellos.
Gombrich admitió que su libro tenía cierta frescura. Pienso que se refería a lo que Fry llamó vitalidad, una cualidad específica de algunas obras de arte, tan difícil de definir como fácil de percibir, que hace que un objeto en cuestión parezca vivo, que permita albergar la ilusión de que estamos ante algo espiritual y comunicante. La vitalidad de la Historia del arte viene dada por ese otro aspecto de la sensibilidad que de acuerdo con Fry sería el sentido del artista para la organización o el modo en el que prevalece su estructura u orden interno, no sólo en el plano conceptual sino en la armonía con la que están dispuestos sus elementos en relación con la finalidad de la obra y muy específicamente, en el caso de textos escritos, con el ritmo de la narración.
Este fragmento forma parte de mi libro Ensayos de arte y literatura comparados de próxima aparición.