No te vayas sin mí (Versión integral) (1)

A partir de hoy ofreceré en Hobby Horse, cada quince días, un breve fragmento de No te vayas sin mí, que aparecerá en el próximo mes de mayo. Los personajes son los mismos, Jacob y Claire fundamentalmente.

He aquí un primer adelanto:

 

Jacob se detuvo en el MainKai Café, como cada año. Pensó con intensidad en la mujer a la que esperaba y en la vida que no obstante se le escapaba. Se sentó frente al ventanal sobre el río y mientras contemplaba correr el agua por delante de sus ojos se fijó en el gran árbol que crecía enfrente, un árbol de los que son mucho más voluminosos en la copa.
Cuanto más se adentraba el día en Frankfurt, menos se podía quitar Jacob a Claire de la cabeza. Recordó con todo detalle cada día vivido a su lado. Recordó cada prohibición. Desde allí recorrió Sachsenhausen y todas las calles del centro histórico. Compró varios libros, tabaco y vino blanco. Sentado en una terraza para comer, sintió la misma tristeza de siempre en medio de esa ciudad reconstruida y sin alma. Los celebrados rascacielos no le decían nada. Si acaso le daban miedo. Tampoco reconocía la pretendida sofisticación de una ciudad que ya no era ella misma sino un engendro indiferenciado y sin rostro humano. Escribió en su agenda negra algunos pensamientos sobre Agnes y sobre Claire.
Como no llovía, se reservó la tarde con la intención de pasar unas horas leyendo en algún banco de Grünenburgpark. Sólo allí le era posible respirar aliviado. Así lo hacía también cada año, salvo que tronara, mientras releía los mismos versos de Goethe. Hermana eres de la luz primera,/Imagen de la ternura en duelo. Se preguntó la razón por la cual había evitado responder durante los días anteriores a las llamadas insistentes de Adam. No había querido hablarle, ni mucho menos quedar en verse. Mentalmente se había separado de él para siempre. Seguramente estaría ya en la ciudad, agradablemente alojado en el Kempinski. Lo desconocía, como ignoraba porqué había pasado, sin que nadie pudiera evitarlo, de ser un amigo a convertirse en alguien profundamente hostil para él: lo único que les unía o desunía ya era el hecho de que ambos esperaban ansiosos ver el rostro de Claire, aunque fuese por motivos diferentes en cada caso. Se detuvo en ese pensamiento que le pareció tan revelador como inquietante. Continúo leyendo el poema de Goethe –nada la niebla con plateado velo/entorno a tu cara placentera – y recordó de pronto una tarde que había compartido justo un año atrás con Claire paseando por otro parque muy querido de ambos, Tiergarten. ¿Cómo lo iba a olvidar? Tu recorrido de pasos suaves, leyó. Había llovido aquella tarde pero en cambio hacía más bien calor o al menos eso era lo que Jacob había sentido. Habían dado las ocho en alguna vieja campana, era casi de noche, la luz declinaba justo en esa hora que puede pertenecer tanto al amor como al diablo. Andando junto a Claire por aquella selva oscura había notado como si sus pulmones se fueran a abrir de repente y a desplegar por primera vez; como un recién nacido, había sentido unas ganas antes que nada físicas de prorrumpir en alaridos de júbilo y de llanto. Una luz azul inspiraba desde dentro el intenso verde del jardín berlinés. Le había parecido estar cerca de un océano gris, un océano surcado de aves nocturnas. Grutas tenebrosas. A pesar de estar rodeados de aquella masa de árboles vivos, Claire y él habían hablado sin tapujos de la muerte. Y del sentimiento del amor que tal vez algún día despuntase para cada uno de los dos en el horizonte de sus vidas medio frustradas y efímeras. Y habían hablado por fin de literatura, del modo creciente en el que su magia invadía sus vidas atenuándolas. En un momento dado, en aquel extraño escenario, Jacob había pedido perdón a Claire y ella, sin preguntarle nada, por primera vez le había cogido de la mano con ternura. Jacob recordó el modo en que a menudo hacía eso mismo su hija pequeña y curiosamente se sintió más sólo que nunca, aunque ya no le importaba tanto. La sencillez de la situación le había reconfortado. Ahora pensaba, un año más tarde, en aquellos meses recientes en los que habían luchado tanto por mantenerse de pie y por permanecer prudentemente distanciados. Con la mente y el espíritu ya de nuevo en Grünenburgpark, Jacob comenzó a hablar con Claire en susurros diciéndose a sí mismo cosas como éstas: “… no creo en el camino que estás dispuesta a emprender, pero no puedo retenerte. No se puede cambiar la decisión de una mujer cuando la ha tomado. Me lo has repetido cien veces. No con palabras sino más bien con tu actitud. Digna. Fría. Ahora soy yo quien te reprocha que hasta cuando me ha parecido que estabas más cerca, en realidad te estabas alejando de mí. Si yo apuntaba en otra dirección, te enfadabas conmigo. No tenían ninguna lógica esos tanteos pero qué le vamos a hacer. Conozco todo lo tuyo menos tu corazón. Ha sido la única puerta que no he conseguido franquear. Moi, le maître à clefs. ¡Qué rotundo fracaso! El corazón es siempre la puerta, la llave, la única vía de acceso. Después ha pasado el tiempo y nos hemos ido introduciendo por separado en otras tinieblas aún más oscuras. Nuestro paseo berlinés parecía habernos liberado por un instante de todos nuestros demonios. Aves nocturnas. No lo quisimos reconocer pero allí estaban, alrededor nuestro, vigilantes sobre las copas tibias de los árboles verdes. Desprendían un aroma azul de estrella. El aroma del azufre y de la muerte. Y no nos atrevimos a hacerles frente ni a ponerles cara y ojos. Tristes almas en pena”.

6 Comments No te vayas sin mí (Versión integral) (1)

  1. Mª Eugenia Martín 25/02/2014 at 11:22

    Maravilloso… Gracias por compartirlo y un abrazo.

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  2. Álvaro de la Rica 25/02/2014 at 14:34

    gracias a ti querida María Eugenia

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  3. Jorge 26/02/2014 at 19:35

    Estupenda noticia. Estaba deseando leer una nueva novela tuya. La espero con impaciencia.
    Un saludo

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  4. Álvaro de la Rica 27/02/2014 at 00:12

    gracias Jorge, no sabes los ánimos que me da lo que dices, viniendo de ti

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  5. Hannah Jablonski 07/03/2014 at 20:41

    ¡qué delicado! ¡qué elegante! Así que juntamos el siglo 19, al siglo 21, con las novelas leídas por entregas. <>, se llamaban en el Hexágono. Pronto buscaré la palabra en uso en la Península. Me hacen trabajar mucho mucho, en el desbarajuste (la pagaille) de la fábrica de las Artes nacionales. A veces, me poso. En nuestro rincón Hobby Horse. Por afinidad secreta. El ayer de hoy. (à suivre)

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  6. Álvaro de la Rica 08/03/2014 at 11:07

    Muchas gracias estimada Hannah, ya me dirá qué significa el Hexágono.

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