Un año más, hago mi lista de libros preferidos. ¿Por qué no? Me gustan las listas, en general, y las de libros en particular. Me parezcan bien o mal, las leo siempre, y con frecuencia aprendo cosas, títulos, pistas. Personalmente, vivo leyendo, pero este año, como siempre que estoy escribiendo ficción, debo medir mucho lo que leo. En realidad lo que hago en esos periodos, que son tan intensos y particulares, es releer. En esta ocasión, sobre todo he releído a Conrad y a McEwan. Quien se atreva con mi nueva novela, entenderá el porqué. Pero sigo leyendo novedades, claro que sí, aunque no con la intensidad que se merecen, y por eso no suelo escribir sobre ellas. Lo haré, pero más adelante.
Los cinco libros destacados bastan para justificar un año literario. Los aforismos y textos en prosa de Celan son, como dice él de Mandelstam, “cristal, aliento, escritura//dibujo, escritura” (p. 97). Piscinas vacías, el primer libro de una escritora –Laura Ferrero– resulta increíble por lo que da y por lo que promete. Estén atentos a su carrera. Venecia deseada fue el último libro que Tony Tanner publicó en vida. El más personal, ambicioso y objetivo. Su testamento. No hay casi nada que iguale el ojo crítico de Tanner, su gusto, la amplitud de sus miras. Las cincuenta páginas de Capograssi sobre el individuo las declararía de lectura y comentario obligatorio en una Europa amenazada, ¡de nuevo!, por el colectivismo político y religioso. Escribiré pronto sobre esta joya recién recuperada. El buen relato de la psiquiatra Arabella Kurtz y el novelista Coetzee ha iluminado cada noche de este año. Un ejercicio de esforzada pasión por la verdad.
1. Microlitos de Paul Celan (Trotta)
2. Piscinas vacías de Laura Fererro (megustaescribir)
3. Venecia deseada de Tony Tanner (Machado Libros)
4. El individuo sin individualidad de Giuseppe Capograssi (Encuentro)
5. El buen relato de Arabella Kurtz y J.M. Coetzee (Literatura Random House)
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