Hopper by Tomàs Llorens

Mi amigo Tomàs Llorens, comisario de la expo Hopper, me responde a tres preguntas sobre el pintor.

P. ¿Qué aporta esta antológica de Hopper a lo que se había visto anteriormente en España?

R. Esta es la primera retrospectiva de Hopper que se hace en España (y en Francia). Retrospectiva propiamente dicha: es decir, una exposición donde se reune un grupo de obras suficientemente representativo, en número y calidad, como para ilustrar del mejor modo posible la totalidad de la creación del artista en sus diferentes aspectos y en sus diferentes momentos históricos. Sus precedentes más próximos son una retrospectiva organizada por la Tate en Londres en 2005 y otra organizada por la National Gallery de Washington (junto con el Museum of Fine Arts de Boston y el Art Institute de Chicago) en 2006 y 2007. En contraste con esas dos exposiciones la nuestra se esfuerza por contextualizar históricamente al artista, oponiéndose a una tendencia historiográfica muy extendida que subraya su singularidad en el seno del movimiento moderno y enfatiza la apreciación de su pintura en términos de una especie de calidad atemporal.
Para nosotros la trayectoria de Hopper se inscribe en una amplia tradición realista de “pintura de la vida moderna” que tiene sus raices en la cultura francesa decimonónica (Manet, Baudelaire, Degas, Verlaine..) y que postula, en el espectador tanto como en el artista, una conciencia condicionada por y participante en esa misma modernidad. En el caso de Hopper –y en la de muchos poetas y novelistas norteamericanos de su generación, como Hemingway, Dos Passos, Robert Frost, William Carlos Williams, etc.- ese realismo se alimenta, además, de la convición de que la modernidad ofrece sus frutos más característicos en la manera norteamericana (especialmente la urbana y suburbana) de vivir el siglo XX.
En definitiva partimos de la convicción de que la tradición realista en la que se inscribe la trayectoria de Hopper constituye, en contraste e interactuando con la tradición de las vanguardias y con la tradición formalista, una de las tres corrientes centrales de la modernidad del siglo XX. (Conviene recordar que Didier Ottinger fue ayudante de Jean Clair en la gran exposición Les Réalismes que tuvo lugar en el Centro Pompidou en 1981 y, en lo que a mí se refiere, que abordé el tema del realismo en 2005 en la exposición Mimesis del Museo Thyssen)

P. ¿Qué rasgos destacaría de Hopper en el contexto del arte de su tiempo?

R. En 1929 Guy Pène Du Bois, pintor, crítico de arte, compañero de estudios de Hopper y uno de sus mejores amigos, escribió una breve monografía donde decía que Hopper transformaba el puritanismo que había marcado su formación personal (en Nueva Inglaterra) en purismo pictórico. Es difícil dar una formulación más aguda de su personalidad artística. La conciencia puritana de Hopper no era sólo una herencia recibida pasivamente. Estaba en el centro de una meditación sobre la cultura nacional norteamericana que le ocupaba constantemente. El pintor leía repetidamente (además de a Proust y a Mann) a los clásicos norteamericanos del siglo XIX y dejó testimonios elocuentes, por ejemplo, de su fascinación por El último puritano de Santayana. Por otra parte, cuando Du Bois habla de “purismo”, no se refiere sólo al grupo francés cuyos representantes más destacados fueron el último Gris u Ozenfant, sino a una tendencia más amplia, orientada hacia la objetividad, el rigor formal y un cierto mecanomorfismo que puede encontrarse en buena parte de la pintura italiana, británica, holandesa y alemana (la Neue Sachlichkeit) de finales de los años Veinte. “Transformar el puritanismo en purismo” suponía imbuir la objetividad y el rigor formal de una tendencia pictórica característica del período de entreguerras de una especie de gravedad moral. Sería esa gravedad, ese peso, la cualidad que, a partir de los años Treinta, Hopper iría persiguiendo cada vez con más empeño y lo que se converitiría en el sello distintivo de su pintura.

3. ¿A qué cree Ud que se debe la fascinación que produce, con fuerza creciente, su obra?

Hay razones que tienen que ver con la historia social del gusto. Algunas, en mi opinión, francamente erróneas, como por ejemplo la que relaciona directamente su pintura con las películas de gangsters de los años Treinta o Cuarenta. La pintura de Hopper es fruto de una actitud intelectual compleja, que tiene ciertamente en cuenta la existencia coetánea de una cultura icónica “popular” -en el sentido que el término tienen en inglés, es decir “masivamente comercial”-. Pero entenderla en los mismos términos que los productos de esa cultura de masas sería tan erróneo como interpretar las odaliscas de Matisse con las mismas claves con las que interpretaríamos la publicidad de una pastelería especializada en dulces turcos. Un error garrafal de perspectiva.
Una razón válida de la creciente popularidad de Hopper es la relajación de un cierto relato “vanguardista” del arte moderno. Un relato que era prácticamente hegemónico hace unos treinta años, pero que hoy, afortunadamente, tiene mucha menor influencia. Es así como apreciamos cada vez más a artistas que, como Bekmann, Morandi, Bacon, etc. -además de Hopper- contradicen frontalmente ese relato.
La razón más importante de todos modos está en la calidad pictórica de su obra. Conseguir esa calidad fue claramente el mayor empeño de Hopper. (También el de otros pintores, claro, -aunque no todos, ni mucho menos; el siglo XX fue poco propicio para ese tipo de exigencia- pero muy pocos tuvieron su genio, su capacidad de trabajo y su integridad moral). Sé que esta respuesta es insatisfactoria: habría que analizar, dar ejemplos concretos en su pintura. Pero hacerlo es dífícil y requeriría un espacio y un tiempo del que carezco en esta entrevista. Haré sin embargo una advertencia. En el caso de Hopper es necesario ver los cuadros mismos para apreciar su calidad. Las reproducciones la traicionan (más que en el caso de otros pintores, como por ejemplo Picasso) porque depende muchísimo de la escala, así como de matices de color y de textura que no se pueden reproducir. Por desgracia los cuadros de Hopper se han reproducido enormemente y casi siempre los recordamos a partir de las reproducciones,

2 Comments Hopper by Tomàs Llorens

  1. aurora 07/08/2012 at 07:44

    gracias alvaro; justamente yo habia echado de menos un poco mas de comunicacion para una exposicion tan rica como esta, asi que esta entrevista ayuda a su interpretacion
    es maravillosa la exposicion, y maravillosos los espacios de costa este representados, eso tambien me hace soñar con volver a Cape Cod, donde andres miguel y yo hemos disfrutado tanto tanto
    abrazos y felices vacaciones
    aur

    Reply
  2. Álvaro de la Rica 07/08/2012 at 19:30

    gracias a ti Aur, no sabes cuanto me gustó (y ayudó) todo lo que me dijiste sobre la novela, un abrazo fuerte fuerte

    Reply

Responder a aurora Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *