En defensa de Paul Auster

No hago más que leer comentarios desfavorables al último libro de Paul Auster (Informe del interior). A los críticos más que a los lectores parece habérseles agotado la paciencia con el escritor. Ya con el Diario de invierno habían sido demasiado clementes… Pero ahora, de nuevo, ¡esa manía autobiográfica!, ese recurso fácil de los novelistas flojos, ¡qué obsesión!, lo que el lector espera de un contador de historias (ese “deicida” que puede rehacer la realidad a su antojo) es una representación del mundo que vaya más allá del propio ombligo, y francamente otro libro así no aporta nada, y bla, bla, bla. Y yo, ¿qué pienso al respecto? Pues eso, que tales consideraciones yerran de medio a medio y que se trata de una mirada chata de las cosas. Mi alegato de defensa (si es que alguien como Auster lo necesitara) sería este: de todos los motivos por los cuales alguien escribe sobre sí mismo, el decisivo para un artista no puede ser otro que el deseo de lograr justamente lo que no ha conseguido con su obra narrativa (ni, en su caso con su poesía previa). No comparto la idea de que el novelista tenga que sustituir a Dios creando mundos paralelos. Puestos a seguir con la desafortunada alegoría teológica, que un Premio Nobel hispano popularizó, yo diría que el novelista tiene que hacer es buscar a Dios, o sea, el principio de realidad que late en cada átomo del cosmos. Alguien como Auster lo ha hecho con una pasión lúcida, libro tras libro, y seguramente lo volverá a intentar también por la vía narrativa, pero por de pronto está intentando hallar dentro lo que fuera no ha acabado de encontrar (y no por nada sino porque eso consiste en ser in-encontrable). Esa pulsión en su caso está íntimamente vinculada a toda su novelística desde su primera narración édita (The invention of solitude). ¿Y qué es eso que Auster busca y que no encuentra? Se busca a sí mismo, partiendo de aquel a quien tiene más cerca , o sea él mismo (la diferencia del autor de la Trilogía de Nueva York con la mayor parte de sus denostadores está en sus lecturas: Auster ha leído a fondo a Rimbaud, a Schnitzler y a Pablo de Tarso y sabe que nadie somos uno sino, al menos, dos). Por eso, Auster se dirige en segunda persona a sí mismo en el libro con toda la frialdad del mundo. O transcribe sus cartas como si fueran ese “otro” que somos para nosotros mismos. En un pasaje de este informe (report, palabra que indica precisamente la búsqueda, en medio de la vida del sujeto, de una objetividad) recuerda que su profesor de francés en la Universidad de Columbia fue Donald Frame, el traductor al inglés de Michel de Montaigne. Acaso allí aprendiera que al escribir uno no puede pintar el ser sino el paso, el mero paso, o sea, lo que hay entre una cosa y otra: esa nada que lo es todo. Me queda por añadir, frente a los que atacan a Auster, que otra cosa será que cuanto más siga por el camino de la realidad, más solo se vaya a encontrar.

8 Comments En defensa de Paul Auster

  1. Anita Noire 09/12/2013 at 18:06

    Comparto totalmente tu opinión y me alegra que así haya sido, porque en ocasiones, una que no es más que una intrusa en el mundo literario, me genero yo misma más de una duda, y coincidir con tu solvencia me alivia mucho en mi dubitativo paso por estos mundos de letras. Saludos

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  2. Álvaro de la Rica 09/12/2013 at 23:50

    ¡muchas gracias por el comentario!

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  3. Anatomía 10/12/2013 at 11:13

    Por tu visión. Tan necesaria como auténtica.

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  4. Hannah Jablonski 10/12/2013 at 19:44

    Alguna vez, un autor (Maurice Roche) me dijo sensillamente “je ne pourrai jamais rien écrire, pas même dire CONTRE un livre, ne serait-ce qu’à cause de TOUT le travail qu’il a fallu pour le faire” (casi verbatim). En la radio, escuché otro autor “Me perpleja ver en las páginas de la prensa el empeño de varios críticos, en su sabotaje de un libro. Da tanto gusto escribir sobre un libro que a uno le importa dar a conocer. Que no faltan.” (mi memoria ha rescatado lo escuchado, mas la memoria es lábil, por ello no daré el nombre del autor).
    “¡esa manía autobiográfica!” La virtud del veto es que me permite dar a relucir una línea suave de otro lector atento (Francine de Martinoir) de otro autor que sería castigado por su manía autobiográfica (Patrick Modiano): “Ces dernières années, il s’est à plusieurs reprises expliqué sur son rapport au romanesque, suggérant ce que l’on pourrait trouver, si l’on tentait de faire une radiographie de son œuvre entière: des comptes rendus de faits divers, des rapports de police.”
    ¿Importa que no le parezca cabal a los que la lectura de Paul Auster enfurece?
    “¡esa manía autobiográfica!” Ello parece molestar a muchos (¿se percatan que el genero se desenvuelve al momento del ocaso de los movimientos formalistas?, etcétera). Si es que sea una manía, ¿se puede producir algo, sin padecer manía?, y si es que se encuentra algo que no hará firmado también el diastole systole de su autor, sea ensayista, novelista, poeta (me atengo al libro)…, que me presentan el producto. Sabré frente a qué infamia (en el sentido de le da un lector de Jorge Luis Borges) es preciso poner a salvo mi persona y las de mis más queridos.

    “Je vais chercher un Grand Peut-être.” (François Rabelais) ¿No se lee en páginas de Paul Auster? ¿No sale de los labios del lector de un fragmento de Michel de Montaigne?
    H.

    post scriptum _ “Les gens sont si méchants.”, contestó Brian de Martinoir, que fue también músico, a una amigo que le preguntaba por qué no publicaba sus composiciones. Solía contarmelo, ese amigo, décadas más tarde. (Puede que la anécdota la inventó, de tan verdadera parece.) No supe escribir en defensa de los libros de Paul Auster o de un género literario que otros autores hoy en día ponen también en prueba. Así que aquí, voy a alabar a los defensores de Paul Auster. Contre la meute des méchants.

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    1. Álvaro de la Rica 10/12/2013 at 23:18

      Merci beacopu pour ton commentaire Hannah, j´ai été ravis de voire à quel point on est d´accord, Álvaro

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  5. Álvaro de la Rica 10/12/2013 at 22:43

    qué maravilla de comentario, querida Hannah, espero que se dé cuenta de que estoy totalmente de acuerdo con Usted en cada una de sus palabras

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  6. Anatomía 11/12/2013 at 13:39

    La más elevada, así como la más baja forma de crítica es una especie de autobiografía. (O Wilde)

    Así que…

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  7. Andrés 20/12/2013 at 15:02

    Jaja: me acabo de leer un pequeño cuento ficcio/biográfico de Sergi Pàmies en que habla precisamente de una cena en casa de Auster y su mujer, y el que sale peor parado es él (Pàmies), frente a un Auster campechano en que no se reconcen ninguno de los vicios que cuentas que apuntan ahora sus críticos. Enhorabuena por post y blog, que no conocía, y buen fin de semana. Andrés

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