Creo que fuimos de los primeros en disponer de un aparato de video en casa. Mi hermano mayor trabajaba en Holanda, por entonces. En una fábrica de pantalones vaqueros. Nos lo trajo. Era un Philips. Y con él algunas películas. Yo recuerdo especialmente tres: Gilda, Julia y Rebeca. Tres nombres de mujeres. Tres actrices de gran calibre, o mejor, cuatro: Rita Hayworth, Vanessa Redgrave, Jane Fonda y Joan Fontaine. Cuatro mujeres completamente diferentes entre sí, tanto en la vida real como en esos personajes increíbles que a mi modo de ver se les ajustaban como un guante a la mano. Creo que la que más me atraía con mucho era Jane Fonda en el papel de Lillian Hellman. Aquellas tarde-noches escribiendo en una cabaña en la playa ( ¿era Maine o North Carolina?) junto a Dashiel Hammett. Pero yo pensaba que una mujer así a mí no podría quererme nunca. Era libre, fuerte, consciente de su cuerpo y de su alma. Y me equivocaba. De Gilda más que la sensualidad de aquellos brazos infinitos, recuerdo el paseo de Glenn Ford por los
muelles nublados de El Tigre. Y su bastón-puñal-balloneta con el que el protagonista se defiende de unos malhechores. Siempre he deseado tener uno así, y aún hoy no renuncio a adquirirlo, para mis interminables paseos. Y luego estaba Joan Fontaine: la mujer en la que los trascendentales del ser (bondad, belleza…) quedaban personificados.
Con sus pobres chaquetillas de lana, de acompañante de los ricos en la Riviera. Aquel ser bondadoso y a la vez sexy que enamora al enigmático viudo-de-Rebeca Max de Winter. Eran mis primeras películas. Pocas, pero vistas muchas veces y con mucha atención y detenimiento. Una parte de mi formación. Ya lo creo que sí.
Me quedo con Vanessa Redgrave
A mí me asusta esa mujer, bellísima por lo demás, y además me pasaría el día discutiendo con ella, Feliz Navidad querido amigo
Te asusta ? ella y Anouk Aimée forman parte de mi top. Feliz Navidad.