El hombre de la alpargata

A mi amiga Cristina W.

Me cuenta alguien que conoció de primeras al Pla, Josep, que llegada una edad él no se quitaba nunca la alpalgarta/espardeña. Entraba a cenar con el equinodermo a la Gavina y todos lospresidents (entonces Presidentes), de Aguas de Barcelona, de la Diputación y del Ateneu, de todo lo que se movía en aquella España inmóvil, se levantaban cuadrados como un solo ente a saludar al hombre de la alpargata. Por cierto el tío no pagaba nunca, es más no llevaba peseta en el bolsillo roto del pantalón azul. El único maître à penser de los últimos cincuenta años en España (y quizás también en Europa). El amigo que me lo contaba iba él mismo a los consejos de ministros con una cuerda de sirga a modo de cinturón para escándalo de los democristianos y centristas de marras. Me he acordado de ti al ver esta maravillosa foto del gran Quim Gomis al que por fin le dedican una antológica no sé donde (sorri, no tengo esa visión global del arte, yo soy un paysanne que sólo quiere vivir solo en el pequeño rincón vasco, ponerme la alpargata azul celeste para siempre y dejaros en paz a todos, menos mal que no te diste cuenta de que tenía no sé cuantas manchas de los cojinetes de mi perro el único que de verdad me quiere y me da más de lo que yo le doy a él de largo). Conste que todo esto que te digo es un secreto: private jokes que te digo en público. Pero a lo que voy, me encantó tu historia de la biblioteca virtual esa que han hecho unos arquitectos madrileños y marmóreos en la que algún hortera se ha gastado tanto en el inmueble que para los muebles, los movibles-bailables-entregables, les volailles, oseasé los libros no queda un solo euro-duro: entonces a algún inasequible al desaliento se le ha ocurrido decorar las paredes, asín se ahorran las estanterías, con unos papeles pintados, trompe-l´oeil, con miles y miles de imágenes de libros de todas las formas y colores. Oyes, dí que sí, que pa algo está de moda lo virtual y lo icónico. Si alguien quiere un libro, rellena una ficha y se lo traen al tiro de otro sitio. Ja, ja, ja. Menudo descojono de país. Si Larra levanta la cabeza se vuelve a suicidar. Y aquí es donde viene la pedantería esa de la hybris, la desmesura y la impureza democristiana todo eso junto. Claro que sí Cristina, sé un montón de etimología y sé, que te quede claro, que virilidad, además de significar transparencia, tiene la misma raíz que la palabra virtud, es decir fuerza, energía potente de la buena como la tuya, qué bendición de madre que se pasa el día pensando si el tono del saludo matinal ha sido o no el adecuado, te parece poca virtud, rectitud, bonanza, a las tres de la mañana seguía pensando en la calidad del paño. Bueno, pues eso que me contaste de la flamante biblioteca lo vemos todos los días en todas partes. Grandes edificios de arquitectos cargantes llenos de vacío. Es un problema de mesura, de medida, de gusto, como tantas cosas en la vida esa que vives con toda la pasión y la inteligencia que saltan a la vista y que para mí será un honor, de ahora en adelante, compartir contigo si tú me dejas. Firmado: tu amigo el hombre de la alpargata.

1 Comment El hombre de la alpargata

  1. paisajescritos 28/05/2012 at 16:06

    Álvaro, yo también vi las paredes con el trampantojo en un suplemento o en una revista de decoración. Antes se llenaban las librerías con metros lineales (redundancia que usamos los archiveros)de libros de mentira, ahora que todo se envasa a lo grande, con metros cuadrados. La noticia decía algo así como “si no tienes sitio para libros”. Puestos a fingir, prefiero esos libros huecos que esconden la botella de güisqui.
    Un abrazo

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