Un capítulo de la historia de la literatura

Un buen día llamé por teléfono a un viejo amigo poeta al que habían otorgado un premio internacional. Le di la enhorabuena pero me cortó en seco y con evidente malestar me dijo: “Lo que no entiendo es qué he hecho mal para que me lo den”.

Recordé de inmediato la insistencia de los poetas áureos romanos en que el gusto del laurel es amargo.
Recordé también que ni a Proust, ni a Joyce ni a Kafka ni a Celan ni a Rulfo les dieron el así llamado “máximo galardón de las letras universales”.
Recordé que Ramón, acaso el mayor talento literario del siglo pasado en España, en cincuenta y nueve años de escritura diaria e ininterrumpida, no recibió ni un solo premio (el exilio no cuenta como tal).
Que Milosz contó alguna vez que el día en que cumplió sesenta años no recibió ni una felicitación. Su compatriota y poeta máximo, Zbigniev Herbert, pasó una noche entera deambulando solo con su mujer y una maleta vieja por las calles de Madrid. Nadie fue a recibirles a la estación y como no conocían a nadie acabaron en un hospital con una inmensa tiritona.
Que Miguel Torga se autoeditó todos sus libros (a nadie parecía interesarle). También lo hizo Nicolas Bouvier con L´usage du monde.
Que Lampedusa, tras varios rechazos editoriales, murió creyendo que su novela permanecería inédita.
Que Joseph Roth murió solo, alcoholizado y sin un real (llevaba años viviendo de la caridad de sus amigos).
Que Katherine Mansfield murió sola, abducida por una secta.
Que Oscar Wilde murió solo, abandonado por todos los que le habían jaleado (su hijo llegó a renegar hasta de su nombre)
Que Robert Walser murió tirado en la nieve, dado por loco, olvidado por la sociedad literaria, la misma de la que Rimbaud abominó fieramente.
Que la Nemiroswski murió sola, traicionada por todos, asesinada, y que los últimos años malvivía escribiendo con pseudónimo noveluchas para revistas de señoritas.
Que Emmanuel Bove murió sólo, abandonado y desnutrido, de una extraña enfermedad parecida a la anorexia.
Que Max Jacob murió sólo, traicionado por sus “amigos” (Picasso) que no movieron un dedo para sacarlo del campo de Drancy.
Que Mandelstam murió de frío, la Ajmátova de pena, Lorca fusilado y el viejo Unamuno de puro miedo y de asco.
Y eso dejando aparte la larga lista de los suicidas ilustres.
Recordé que el mayor teólogo de Francia del siglo XX, gran santo y gran escritor, mi patrón, murió en un prostíbulo (y que nadie, por un absurdo pudor, quiso hablar de ello)
Kafka no tuvo en toda su vida más de dos mil lectores. ¿Cuántos tuvo Brodsky antes del Nobel? ¿Y Simone Weil? ¿Y María Zambrano?
Nadie que no esté muy metido, pero que muy metido, en la lectura de lo esencial, conoce siquiera nombres capitales de la creación y el pensamiento como el de Cristina Campo, Edmond Jabès o Tomas Tranströmer. Casi nadie sabe tampoco quien es Auberbach ni Spitzer. Lo mejor de la obra de C.S. Lewis permanece totalmente inatendido.
Que apenas se lee a Cernuda ni a Bergamín ni a Prados ni a Altolaguirre (como mucho se les “estudia” en unas universidades en las que se identifica leer con “contar palabras”).
Lo malo de este capítulo es que es interminable…
Yo me pregunto si tuvieron algo en común todos ellos, y tengo bastante claro que sí: escribieron lo que sus semejantes no querían oír (fueron especialmente molestos para los poderosos), y nunca, nunca, hicieron fácil lo difícil.
No recomiendo a nadie ese camino. Ya se ve adónde conduce.

15 Comments Un capítulo de la historia de la literatura

  1. Eleonora 14/04/2011 at 17:02

    Compruebo, querido Alvaro, los efectos del calor en tu ánimo…
    Me he quedado pensando en los espantosos destinos de tantos escritores y me parece que muchos no fueron causados exclusivamente por la literatura.Wilde y Nemirowski fueron víctimas, como tantos otros, del poder victoriano y del poder nazi. No fueron perseguidos por sus obras. Aunque muchos otros sí, desde ya.
    En cuanto a la indiferencia del mundo, el peor de los castigos y causante del derrumbe de tantas vidas, es una tragedia compartida por todos los artistas del mundo en todas las disciplinas. Es que no hay nada más difícil de percibir que la contemporaneidad. El artista- me refiero al que desmaleza y abre caminos, no a los seguidores-es el único que vive el presente. El resto de los mortales vive instalado cien años atrás, por eso no lo ve. ¿ Existe Bach actualmente? Seguramente sí, y esté componiendo música electrónica. ¿ Pero lo escuchamos? Y si lo escuchamos ¿ Lo toleramos?
    Así es, Alvaro,muy poco recomendable este camino.

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  2. Rafael-José Díaz 14/04/2011 at 17:36

    Estupenda entrada que, en efecto, podrías prolongar hasta la ¿saciedad? Especialmente indicada, creo, para poetas y narradores jóvenes de nuestro país, esta piel de toro que da premios a mansalva y consigue con ello casi únicamente generar egos sin fundamentos y desvirtuar alguna que otra vocación auténtica. Un abrazo.

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  3. delarica@unav.es 14/04/2011 at 19:15

    Ahora os contesto, en un rato, amigos

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  4. madison 14/04/2011 at 20:34

    Una de las entradas mas hermosas que has puesto.
    Gracias a ti, a lo que escribes aquí he leido a autores que quizá nunca hubiese sabido de ellos, así que gracias.

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  5. delarica@unav.es 14/04/2011 at 22:02

    Francis Black, sigo teniendo pendiente La nieve roja, pero esta próxima semana cae seguro, y qué ganas tengo la verdad desde que te oí en tu blog

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  6. delarica@unav.es 14/04/2011 at 22:04

    Querida Eleonora:

    Totalmente de acuerdo contigo, especialmente en una cos: el espíritu no ha menguado y por lo tanto Bach sigue hoy en algún lugar, lo difícil es verlo y mantenerse abierto

    Y yo que pensé que ibas a comentar la entrada de tu adorado Morandi

    Siempre me sorprendes!

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  7. delarica@unav.es 14/04/2011 at 22:06

    También coincido contigo Rafael, pero no creas que es algo sólo de los jóvenes; en los que ya no lo somos ese veneno del reconocimiento hace estragos también

    Un abrazo y gracias por comentar

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  8. Eleonora 14/04/2011 at 22:48

    Es que Morandi me quita el habla, Alvaro.

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  9. delarica@unav.es 15/04/2011 at 06:32

    eso dice mucho en tu favor

    por cierto, en Pamplona llevamos casi una semana con lo que yo considero buen tiempo, 13 º maximo, nubes y claros, una luz azul dorado, etc

    no, no ha sido el clima el que me empujó a escribir esa entrada tan negra y tan real

    fue, creo, que terminé el semestre de clase y pienso que no he sabido en absoluto transmitir a los alumnos la pasión por la literatura

    eso fue Eleonora

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  10. delarica@unav.es 15/04/2011 at 08:56

    madison, gracias a ti por tu paciencia

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  11. Jorge 15/04/2011 at 10:52

    Una muy hermosa entrada. Enhorabuena y gracias.

    Jorge Martín

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  12. Francis Black 15/04/2011 at 12:32

    A ver si te gusta y así publican más cosas, necesito lectores autoridad, está pasando muy desapercibido.

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  13. Eidyllion 15/04/2011 at 12:46

    Hermoso…
    Pero dónde queda la otra cara de la moneda?
    Esas personas q quisieron, apoyaron, escucharon, leyeron al artista… esenciales tb en esa búsqueda de luz "a años luz", dispuestas incluso a morir x él!

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  14. delarica@unav.es 15/04/2011 at 17:03

    por supuesto que esta esa otra cara

    todo vivieron por alguien y no creo que ninguno de ellos hiciera otra cosa toda su vida que amar a fondo su destino, incluida la parte más negra

    ese es un tema para hablarlo, la otra cara de la moneda

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