Días de tarea intensa en la que se mezclan las emociones, los reencuentros con amigos medio olvidados, la auto-promoción (algo sin duda embarazoso), el conocimiento de otras personas, y el enorme cansancio acumulado de meses, e incluso de años de trabajo invisible. Lo que no querría perder nunca es la capacidad de vivir hacia dentro, no en contra ni enfrente, no hacia fuera desde luego, sino solo hacia dentro. Curiosamente cuando se vive hacia adentro es cuando más abierto se está a lo claro, a lo valioso y a lo auténtico. Una apertura interior es compatible, o mejor dicho es el resultado de una actitud contemplativa. Cuanto he pensado estos días en el poema de e.e. cummings: en tu gesto más frágil están las cosas que me cierran/, o aquellas que no puedo tocar porque están demasiado cerca/ tu mirada más leve fácilmente puede abrirme/, pese a que he cerrado mi ser como si fuera unos dedos/, tú me abres siempre pétalo a pétalo/, como la Primavera abre, (tocando hábilmente, misteriosamente) su primera rosa/ o, si deseas cerrarme/, yo y mi vida se cerrarán hermosamente, repentinamente…