Notas para un diario 193

El climax de la tercera temporada de In treatment llega a mi juicio en la quinta semana, en la sesión de terapia que Paul Weston mantiene con Adele, su nueva terapeuta. La charla se va poniendo más y más tensa, Paul está hecho polvo: acaba de dejar a Max, su hijo pequeño con el novio de su mujer en la casa que ellos van a compartir en el futuro, se encuentra solo, muy solo y no soporta la idea de hablar en serio con su novia Wendy, veinte años más joven que él; no avanza gran cosa con los pacientes que está llevando, casos difíciles que interfieren de mil modos con su propio dolor, y ahí está el bueno de Paul, convencido de que tiene Parkinson, de que va a morir pronto y abandonado por todos, incapaz de reaccionar ni de tomar ninguna decisión, tampoco en el plano profesional, alargando como un doble de Kafka su agonía y los eternos tormentos del morir. Al menos ha encontrado a Adele, su terapeuta, fría, inteligente, elegante, que le ha demostrado ya que le entiende, que ve en su vida mejor que lo hace él mismo. Paul desea su cercanía, la admira y desea compartirlo todo con ella, el trabajo que les une profesionalmente, la vida, sin más, la larga experiencia que ambos han acumulado de la vida. Se lo ha dicho en la sesión de la semana anterior y ahora se lo repite, la necesita, eso es todo. No es capaz de afrontar los restos del naufragio sin ella a su lado, y no sólo como terapeuta. Ocurren muchas cosas en esa corta sesión de la quinta semana. Mucha mucha nada. Paul está tan paralizado que, como le dice Adele, que quiere cumpla el horario establecido y que se marche y vuelva la semana siguiente, “no es capaz siquiera de levantarse del sofá”. El único problema de Paul es que ha llevado su individualidad tan lejos que no se parece a nadie, sólo a él mismo, y por eso mismo ya nadie, nadie, le reconoce.

10 Comments Notas para un diario 193

  1. molinos 14/03/2011 at 11:08

    Vaya me has adelantado…estoy terminando la 2ª.

    Sabía que te gustaría desde el minuto 1.

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  2. delarica@unav.es 14/03/2011 at 12:09

    nunca te lo agradeceré bastante…

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  3. Eidyllion 15/03/2011 at 13:24

    Dime, ¿qué libros guardarías bajo llave en la alhacena del fondo a la izquierda?

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  4. delarica@unav.es 15/03/2011 at 20:59

    mañana t lo cuento, pero te adelanto que tendría los poemas de Robert Frost

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  5. Eidyllion 15/03/2011 at 21:25

    El teléfono, si acaso?

    "Cuando hoy me hallaba yo lejos de aquí,
    paseando sola,
    quieta y tranquila
    era la tarde.
    Sobre una flor incliné mi cabeza
    y oí tu voz.
    ¡Oh, no digas que no, porque entendí…!
    Me hablaste desde aquella flor que está en la ventana.
    ¿Has olvidado lo que me dijiste?"

    Pero dime antes qué creiste oir."

    "Esquivando una abeja de la flor,
    incliné mi cabeza
    y, cogiéndola luego por el tallo,
    escuché y oí, clara, la palabra…
    ¿Pronunciaste mi nombre? ¿O bien dijiste…?
    Sí, alguien dijo: «¡Ven!», mientras yo me inclinaba."

    "Si acaso lo pensaba, no lo dije en voz alta."

    "Por eso regresé."

    Versión de Agustí Bartra

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  6. molinos 22/03/2011 at 11:05

    hablando de series..espero que estés viendo o hayas visto "Dowton Abby"..te pega todo..son tan ingleses.

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  7. delarica@unav.es 23/03/2011 at 10:22

    inglés? yo?

    aún no he podido, unfortunately

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  8. delarica@unav.es 23/03/2011 at 10:36

    ahora correcto? vaya…

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  9. molinos 23/03/2011 at 10:47

    Por favor..eres el tio más "correcto" que conozco. Casi pareces de mentira..dicho sin acritud, ya sabes.

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