Esther Cross, escritora y traductora argentina, me ha escrito este mensaje tras la lectura de mi novela La tercera persona.

Hola, Alvaro:

Ya en los primeros días del 2013, espero que hayas empezado muy bien el año.

Yo lo empecé muy bien, entre otras cosas porque me senté, tranquila y con tiempo, a leer tu novela. La  leí de una sentada.  Ah, eso para empezar.  Ni que fuera un thriller, pero hay thrillers existenciales, ¿no? Qué suerte para mí haberla leído. No hubiera sido lo mismo empezar el año sin leerla.

Tanto para decir cuando lo mejor, seguramente, es contarte eso, que me quedé sentada leyéndola y llegué tarde a un par de lugares -y qué. Entré directo en ese encuentro de Moira y Jacob y el amante de Moira, claro. Ah, esa primera parte es tanto en sí y al mismo tiempo dispara tantas cosas. Empieza todo tan tranquilo, en apariencia,  –alors!- en ese bar, es todo tan civilizado y mira todo lo que pasa, ¡justamente! Al llegar al final de la primera parte volví a las primeras oraciones. Fueron la clave de lectura para mí.  La novela es alta lucidez permanente pero va cantando suave todo el tiempo, como si fuera fácil.  Es la mejor manera que encuentro de decirlo: como cuando una oye a algunos cantantes que hacen que parezca que cantar es algo natural, fácil, que va saliendo solo. Me encantó. La suma de inteligencia y emoción, la pregunta por el amor y las relaciones: lo más, sobre todo ahora que casi nadie se anima con eso.

Hay sinapsis secretas en las lecturas. Siempre se me aparece eso que dijo Virginia Woolf, de que los libros descienden de libros como las familias descienden de familias. Se arman redes en lo que una lee y escribe. Hace unas semanas leí Elogio del Amor, de Alain Badiou, una serie de ensayos que tradujeron en el 2012. Vengo leyendo Badiou hace tiempo. De alguna manera, este libro de ensayos suyos entra en el mismo canal que tu novela para mí. Un canal que me encanta navegar.

Gracias de nuevo.

Beso,

Esther Cross.

En la imagen los libros que me he regalado por los Reyes de 2013.