Isabel Núnez y Lydia Oliva

La audacia del planteamiento de un libro como Sinrazones del olvido (Icaria, 2011) se justifica también por la riqueza de su contenido. Me explico. Las escritoras catalanas Isabel Núñez y Lydia Oliva llevan lustros difundiendo su pasión por un grupo de artistas modernas, escritoras y fotógrafas, a las que han dedicado cursos, artículos, reseñas, ensayos y hasta pequeñas exposiciones. Siempre por cierto con bastante éxito de público, debido al mismo tiempo a la calidad de las personas estudiadas como a la altura de miras de las estudiosas. Parten de la base más que justificada de que si su condición de mujeres supuso para ellas, mientras vivían y realizaban su obra, un muro de dificultades añadidas, tras su muerte esa misma condición ha lastrado miserablemente el reconocimiento que merecían.Articulado en forma de vidas paralelas (el recurso a la comparación abre insospechados vericuetos en el texto), la sustancia del libro (a mi juicio es el mayor de sus aciertos) es narrativo. De ese modo, nunca resulta tedioso y la carga de reflexión, así como los abundantes datos sobre la vida y la obra de cada artista, fluyen con toda naturalidad por las páginas del libro.Isabelle Eberhardt y Anna Atkins, Jean Rhys y Frances Benjamin, Dorothy Parker y Berenice Abbott, Maeve Brennan y Lee Miller, Natalia Ginzburg y Gisèle Freund: nómadas, pioneras, comprometidas, excéntricas, resistentes, todas fueron admirablemente todas esas cosas. No me puedo olvidar, al repasar sus vidas intensas, sus dificultades, las injusticias a las que se vieron sometidas en su afán de ser libres, aún después de muertas, de la frase de Stravinsky: “Quien te opone una resistencia, te da una fuerza”.

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