Guerra (in)civil, literatura y memoria

Naturalmente, en un blog como éste tan sólo aparecen retales. No hay apenas elaboración. Llevo toda la vida garabateando algo así, aunque antes lo hacía en unos cuadernos negros que se amontonan en las estanterías de mi casa. ¿Sirve todo esto para algo? A mí me sirve, desde luego, pero dudo de que estas briznas puedan ser útiles a nadie más. Es lo más parecido a entrar en la cocina de otro a media mañana, cuando todo está siendo apenas despiezado. A mí me gusta cocinar bebiendo vino (os podéis imaginar mi estado a mediodía, tras un plato un poco elaborado), y con música, y me gusta tenerlo todo limpio (no sé cocinar sin pinche, además, así me siento un poco menos solo que de costumbre). Pero no creo que nadie pueda alimentarse seriamente con algo así. Empeñado como estoy en un libro sobre “la guerra nuestra” (por cierto, me parece que lo más trascendente de la política española actual es, sin ningún género de dudas, la sentencia, anunciada y eternamente postergada, sobre el Estatuto de Cataluña: empieza a resultar escandaloso este retraso, que está dando pábulo a todo tipo de excesos y salidas de pata de banco; desde aquí pido que la publiquen de una puñetera vez, y eso por decirlo finamente), no puedo por menos que interesarme por la nueva novela de Antonio Muñoz Molina. 1000 páginas. Bueno… Lo que no me gusta es el tono paternalista de las entrevistas. Me dicen que el libro está siendo un éxito. Pues me alegro por él. ¿Se trata de un éxito fácil? Tal vez. Por ahora, me quedo con el final de la reseña de Jorge Carrión (Letras Libres), cuya idea de fondo puede tener que ver tanto con el disgusto que me produce el paternalismo aludido, como con el “éxito” del libro: La posible aportación de La noche de los tiempos al cansino subgénero de la guerra civil se encuentra en la voluntad de llevar a cabo un retrato sin maniqueísmo, en que las barbaridades de la guerra sean atribuidas por igual a los responsables de ellas, miembros de cualquiera de los muchos bandos que la protagonizaron. Aunque Abel tenga una mirada un tanto machadiana, aunque defienda una visión contra-esencialista del paisaje español, aunque sea un declarado socialista, no es un fanático. Es capaz de ver, gracias a un espíritu crítico forjado en el estudio y en una experiencia determinante en la Bauhaus. No sólo sufre la violencia de las facciones conglomeradas en el bando republicano, también es capaz de analizar sus causas, para comprenderlas, no para maquillarlas. Su formación germánica, su amistad con un profesor ruso exiliado en España y su amor por una judía norteamericana amplían, además, el marco de reflexión y sitúan el caso español en el mapa global. Estilística, técnica y conceptualmente, La noche de los tiempos es una novela superior a Sefarad. Más equilibrada; con un mejor acabado. Pero ésa no es la cuestión de fondo. Porque la lectura de la novela no consigue apagar las preguntas que, (im)pertinentes laten en el fondo de la literatura de esta primera década del siglo XXI. ¿Qué sentido tiene escribir otra novela sobre la guerra civil? ¿Son necesarias esas mil páginas? ¿Tiene en cuenta La noche de los tiempos la existencia previa de Lefeu o la demolición, de Austerlitz, de Las benévolas, de Zona, de Europa Central? Si lo hace: ¿por qué apuesta por un lenguaje propio del cambio del siglo XIX al XX en vez de hacerlo por un lenguaje propio de nuestra época? Y sobre todo: ¿dónde han quedado el ejemplo de Jean Améry y de Primo Levi? Testigos directos del horror, se negaron a perpetuar la noche del realismo decimonónico para retratarlo. Por eso inventaron un idioma personal. Ésa es la única opción del arte.

6 Comments Guerra (in)civil, literatura y memoria

  1. Henohenomoheji 25/11/2009 at 11:25

    Quizás el planteamiento sea si una buena (o excelente) novela es una novela pertinente. La verdad, no tengo respuesta para eso, no al menos una respuesta definitiva. Uno no deja de pensar que también hay belleza en lo decorativo, aunque sea una belleza inútil. Y seguramente haya que aplaudir el esfuerzo titánico de MM por huir del maniqueísmo de la(s) memoria(s) histórica(s) y llevar a buen puerto una narración de casi 1.000 páginas. Tengo la sensación de que escribir sobre la guerra incivil es más un arreglo con la conciencia que una inquietud artística, y en ese sentido la reseña de Carrión no podría ser más acertada, aunque siempre habrá quien le acuse de diletante por priorizar las razones del arte sobre las de la Historia.

    Sobre la primera parte de post: estos retales tuyos son de buen paño.

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  2. delarica@unav.es 25/11/2009 at 11:38

    me tengo que ir en este instante, y lo siento, por que me gustaría contestarte y darte mi opinión un poco a fondo, esta tarde sin falta; y gracias por tu comentario, sensato y lúcido como siempre

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  3. delarica@unav.es 25/11/2009 at 17:03

    de entrada, si de una cosa estoy convencido es de que si una novela es buena, entonces siempre es pertinente. Yo no he leído la novela en cuestión, y no puedo opinar directamente sobre el asunto. Por eso me he limitado a poner juntos el comentario de JC sobre la ausencia, en la novela, de la invención de un lenguaje (algo esencial al hecho artístico, para JC, y para mí) con el tono de las entrevistas. Lo he calificado de paternalista. MM no para de hacer recomendaciones a diestra y siniestra, nunca mejor dicho: que si hay que superar esto, que si no pueden mirar las cosas así, que en realidad lo que ocurrió fue tal y tal. Me parece muy anacrónico todo eso. La concordia yo la he defendido siempre (eso tiene que ver con la convivencia y el sistema político vigente), pero no debe de ser un criterio de valoración de unos hechos históricos que fueron lo que fueron, y que cada cual es muy libre de interpretarlos como mejor le parezca. Creo que cuando una obra tiene capacidad de invención, sobran las palabras y los consejos. Sería preferible (y sintomático) el silencio. El silencio después de la palabra (artística). A mí la promoción me está pareciendo impúdica. Por último, y perdona el tono telegráfico (debía de haberte contestado mañana en un post), no estoy del todo de acuerdo con que escribir sobre la guerra sea más un arreglo de conciencia que un empeño artístico. No para el artista. Lo que le atañe, en conciencia, es descubrir un lenguaje en el que decir las cosas que ha visto. Es lo más difícil, pero es lo que tiene valor.

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  4. Henohenomoheji 25/11/2009 at 17:46

    Plenamente de acuerdo contigo. Yo tampoco he leído la novela, y no sé si me quedarán ganas, no porque MM me parezca un escritor desdeñable, sino porque con el tema de la Guerra Civil pasa un poco como con todas esas imágenes del horror que se ven a diario: que saturan y embotan los sentidos y de ese modo consiguen justo lo contrario de lo que se proponen. Escribir sobre la guerra civil se parece cada vez más a componer un mosaico de historias que no sé si tienen alguna utilidad, más allá del efecto catártico de contar. Creo que eso ya lo hemos hecho dentro de nuestras familias, y lo seguiremos haciendo. La literatura, por supuesto, no puede darle la espalda a este horror, pero tampoco debe caer en la confidencia del talk show, que es lo que parecen algunas novelas, cuando no pretenden ser una especie de Nuremberg anacrónico. Creo que, literariamente hablando, hemos llegado a un punto de no retorno respecto al tema de la Guerra Civil. Lo que ha de venir ahora no es el silencio, por supuesto, sino otra vuelta de tuerca. El horror que fue la guerra necesita un tratamiento honesto, pero osado. Siempre me ha parecido que la guerra tiene cara de Gorgona, y que uno no debe mirarla (ni escribirla) de frente; se necesita el reflejo indirecto, un espejo donde no sólo cabe la realidad, sino también nuestra imagen, que es lo primero que el horror deforma.

    Gracias por tu comentario. El tema, como ves, da para mucho más que estos leves apuntes, pero ha sido un placer intercambiar pareceres contigo, siquiera brevemente.

    Un saludo.

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  5. delarica@unav.es 25/11/2009 at 17:49

    lo mismo digo
    una perspectiva indirecta, cuando no inversa, yo también creo que esa es la clave

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  6. Belnu 26/11/2009 at 16:20

    Estoy de acuerdo en que si una novela es buena será pertinente, pasa como en todo arte. La guerra civil o intestina o incivil, como la llamais, y su secuela, la larga posguerra llena de atrocidades y de arbitrariedad sanguinaria y de silencio herido puede ser aún un tema, para mí no está agotado, fue lo más importante que pasó en el siglo pasado en este país y no se ha esclarecido ni analizado y sobre todo, no se castigó a los culpables, que han conservado poder y privilegios. Y cualquier tema podría ser pertinente si un escritor encuentra un ángulo y un lenguaje. De la novela de MM no sé nada.

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