Du côté des femmes

Además de mi querida mujer, tengo seis hermanas (de las cuales con dos me crié día a día durante toda mi infancia) y tres hijas maravillosas, distintas, enigmáticas. Cada una de las tres contiene un mundo y mantengo con ellas una relación que va de la ternura a la tensión y la empatía. También tengo tres sobrinas, las tres hijas de mi hermana a las que quiero como si fueran hijas mías; con su madre hablo al menos una vez al día, en ocasiones dos, tres o las que nos hagan falta. Y además tengo otra hermana (ésta no de sangre sino de elección) judía que se llama Esther. A mí me sacó adelante, espiritualmente hablando, es decir como persona necesitada de que le quieran sólo por ser quien es, una mujer de Zamora que se llama Isabel y a la que amo como a una madre, o más aún. Tengo no menos de media docena de amigas íntimas (lo que me parece un milagro que me lleva, como una ola, adelante en mi vida), es decir, personas que me conocen completamente a fondo, que me quieren, me comprenden, no me juzgan ni tampoco me ríen la gracia. Esa lista de oro no está para mí ni mucho menos cerrada. Por cierto confío sólo en ellas también intelectualmente, como lectoras, escritoras, traductoras, comentaristas, correctoras, creadoras y ahora por suerte para mí también editoras. Interiormente he recurrido a la Virgen en los momentos decisivos de mi existencia. María Magdalena, Clara de Asís, Catalina de Génova, Hadewijch de Amberes… son mis ángeles defensores, pero también lo es Antígona, la Catherine de Cumbres Borrascosas y hasta la Bovary y tantas otras figuras femeninas que me emocionan y me inspiran. ¿Qué decir de las escritoras, filósofas y teólogas? ¿De las pintoras olvidadas de la historia como Giulia Lama o Artemisia Gentileschi? ¿Y de las grandes cantantes del siglo XX, de Carmen McRae a la Simone, de Lauryn Hill y Tracy Chapman a Natalie Merchant cuyas voces me acompañan a diario? ¿Y las músicas, las pianistas o por ejemplo la Du Prè? Alguna persona me ha dicho que tengo una sensibilidad femenina, y no sabe hasta que punto eso constituye para mí el mejor de los halagos, casi el único que me gusta recibir. Saben expresar más, se miran menos el ombligo, están más atentas a lo esencial, tienen una capacidad inmensa de acogida. En fin, no sé porqué me ocurre esto, ni si será bueno, malo o regular, irracional seguramente, buscado más o menos de manera consciente cada vez más pero, en todo caso, ya lo aviso desde aquí, si me pierdo, buscadme du côte des femmes…

2 Comments Du côté des femmes

  1. Florencio Martínez Cuello 09/09/2013 at 21:47

    Todas las mujeres, cuando aprendemos a verlas, son como esa que nombras en el centro de tu maravilloso escrito: María de Belén, de Nazaret, de Jerusalem…
    Cuántas burradas y tonterías se hacen antes de descubrir esto.
    El escrito me ha hecho recordar una obra fotográfica que para mí es como la Capilla Sixtina de la fotografía: “Las hermanas Brown” de Nicholas Nixon.
    Abrazo fraterno.

    florencio

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  2. Álvaro de la Rica 10/09/2013 at 20:24

    Acabo de ver la obra de N. Nixon, que no conocía, y que me ha parecido maravillosa
    Gracias por el comentario y por la referencia.

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