La isla de Stuparich

A comienzos del otoño del año 2000, Valeria Bergalli, una editora que vive en Barcelona comenzó Minúscula, una aventura editorial que a mi me atrajo desde el inicio. Recuerdo que escribí entonces que me llamaba la atención el profundo sentido que se intuía en aquella iniciativa. Han pasado ocho años densos y llenos de peripecias, y me alegra poder afirmar que aquellas promesas iniciales han superado cuanto cabía esperar. Si alguien busca un catálogo que sea de verdad una obra literaria, que mire en el de esta magnífica editora. Una isla en el océano editorial español. Valeria ha publicado desde entonces algunos de los mejores libros en español de esta década. Podría hablar del catálogo entero (habrá ocasión) pero me voy a limitar a recordar algunas joyas: en primer lugar Verde agua de Marisa Madieri. Ha sido con toda justicia el best y long seller de la editorial. Las memorias-diario de una mujer que vive y muere en la Trieste de este siglo. El sexto libro de la colección Paisajes narrados fue Raymond Isidore y su catedral de Edgardo Franzosini. Si no lo tenéis os recomiendo que corráis a encargarlo. Nunca había leído una historia que me hiciera comprender el principio interno del arte, de todo arte (empezando por el de la vida) como la que se cuenta en las 150 páginas de ese libro. El undécimo volumen de la colección era de Pushkin: el célebre Relato de su viaje a Arzrum durante la campaña de 1829. ¡Qué traducción de Selma Ancira! No os lo perdáis tampoco.
Ahora ha aparecido otro texto excepcional: La isla de triestino Giani Stuparich. Traducido con mano maestra por mi amigo José Ángel González Sainz, narra la historia de un hijo que acude a la llamada de su padre moribundo. Juntos retornan a la isla que les viera nacer y en unos pocos días intentan recuperar un pasado que les proyectará sobre un futuro imposible. 

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