Lo confieso, Leonard Cohen no sólo es mi cantante favorito sino que está detrás de todo lo que escribo. Me gustaría tener algo de su ternura, su tempo, de su profundidad y, sobre todo, su gusto. Su inmensa y alegre melancolía. Su virilidad. Su cosmopolitismo (yo creo en realidad que es más bien pura y simple universalidad). Su voz con alma y el alma de su voz. Cuando oigo su música recuerdo siempre la expresión que Karen Blixen pone en boca de Catalina la Grande, después de llorar en público por primera vez en su vida, tras oír al soprano Marelli en San Petersburgo: “Ah, que nous sommes punis pour avoir le coeur pur!”. No soy quien para indicar nada de como debe escucharse una canción, pero por favor atended al diálogo al mismo tiempo respetuoso e incisivo que establece, a partir del min. 4:12, con las dos mujeres que cantan con él. O, por poner un ejemplo de su sentido de la armonía y del fraseo, mirad el modo salmódico en el que repite cuatro veces la palabra waltz en el estribillo de la canción. Qué arriesgado y sin embargo qué perfecto modo de repetir esa palabra. Lo he escuchado desde niño y lo llevo dentro, de modo que cuando lo oigo (a diario) no sé si estoy dentro o fuera de mí. La música de Leonard Cohen está en otro espacio, en otro tiempo, en el tiempo del instante, de la oración, de la presencia, de la persuasión y el abandono.
La música de L.Cohen se le mete a uno dentro, muy dentro. A mí me estremece.
Y esta es, sin duda, mi canción favorita.
Thank you.
Estimado Álvaro,
Creo que tu y yo no habíamos hablado nunca de la música de Leonard Cohen… Me emociona ver que también es tu cantante favorito. ¿Sabes que tenía que actuar el pasado verano en Calella? Las entradas para el concierto en el Olympia eran muy caras, y además… bueno, los años pasan para todos…
Un día te hablaré del grupo de seguidores de Leonard Cohen de Girona.
Un fuerte abrazo
Xavi
Pues sí. No lo habíamos hablado pero me lo imaginaba. Otro motivo para ir Gerona. A este paso, me hacéis hijo adoptivo de la ciudad. Abrazos