La lección del Nobel

En la conferencia que los escritores que ganan el Nobel imparten la víspera de la entrega del premio (The Nobel Lecture), este año, Jean-Marie Gustave Le Clézio ha meditado sobre la vieja y siempre insuficientemente contestada pregunta de por qué se escribe. El recién laureado, formado a los pechos ubérrimos de la vanguardia francesa e internacional y en el seno de diversas tradiciones culturales, especialmente la amerindia (en realidad está mucho más formado de lo que la gente se cree) se ha cuidado mucho de comenzar su discurso de doce densas y elaboradas páginas con una referencia a sí mismo. Pour quoi écrit-on? ¿Por qué se escribe?, así en impersonal, de un modo general, como si la escritura, la de cada uno y la de todos, no perteneciera a nadie, si acaso al lenguaje mismo, patrimonio común de todos los hombres. Muerte al yo, viva la comunión de los cuerpos y los espíritus, viva la libertad reconquistada siempre entre todos. Que la littérature soit le luxe d’une classe dominante, qu’elle se nourrisse d’idées et d’images étrangères au plus grand nombre, cela est à l’origine du malaise que chacun de nous éprouve – je m’adresse à ceux qui lisent et écrivent. O sea, que Le Clézio, como antes Dadá, la Bauhaus o los surrealistas, o alguien tan independiente como Mark Rothko, echa de menos en la escena actual un sistema común de creencias en el que el acto literario recobre un sentido para cada uno de los miembros de una comunidad. El aislamiento autista de los escritores, la hipertrofia de la autoría, el establecimiento hasta en la poesía de un star system (al que por cierto nadie contribuye como la Academia Sueca) es un camino descendente. Una reivindicación de sentido, de rigor y de disciplina, contradictoria sí, pero hoy más necesaria que nunca.
(La foto de arriba está tomada por Daniel Mordzinski: son las manos de Juan Gelman. La foto de Le Clézio creo que también la tomó Daniel, pero no estoy seguro)

2 Comments La lección del Nobel

  1. leibowitz 16/12/2008 at 14:13

    ¿POR QUÉ ESCRIBE USTED?

    Porque el fantasma porque ayer porque hoy:
    porque mañana porque sí porque no
    Porque el principio porque la bestia porque el fin:
    porque la bomba porque el medio porque el jardín

    Porque Góngora porque la tierra porque el sol:
    porque San Juan porque la luna porque Rimbaud
    Porque el claro porque la sangre porque el papel:
    porque la carne porque la tinta porque la piel

    Porque la noche porque me odio porque la luz:
    porque el infierno porque el cielo porque tú
    Porque casi porque nada porque la sed

    porque el amor porque el grito porque no sé
    Porque la muerte porque apenas porque más
    porque algún día porque todos porque quizás

    OSCAR HAHN

    Reply
  2. Delphine 17/12/2008 at 07:49

    Ce poème, un pur bonheur! Merci

    Reply

Escriba su comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

Notas para un diario 80

¿Por qué escribo?
Lee, mi niña, tan sólo lo que quiero

que leas, nada más;

lo que pueda decirte sin querer

sólo a mí me pertenece

(no me lo quites, es cuanto poseo)

La soledad es una buena amiga,

lo fue hasta aquel día de un otoño

en que de pronto vi que tú no estabas.

Tu ausencia es el dolor que llevo dentro,

ando solo y vacío

en medio de confusos personajes

Tengo fama de ser más bien sabihondo,

y a veces, como un juego,

me pregunto qué cosa es este amor.

Tal vez no debería hacer preguntas

sobre lo demasiado grande,

Dios, la vida, el amor, y sin embargo

¿a quién puede importarle lo demás?

Pues soy muy exigente en amistad

y sé mucho de amigos y de afectos

te diré, mi niña,

que los amigos, que son pocos amigos,

forman parte de uno mismo.

Y pase lo que pase están ahí

atados al propio corazón,

su infortunio nos une más aún,

son suyas mis tristezas;

y no necesitamos palabras.

Cifrados en miradas y silencios

nos contamos secretos indecibles.

Hablo del tiempo que no vuelve atrás,

aunque no me lamento, sólo suelo

decir que tengo frío

y que el invierno es cada vez más crudo.

El poder se detiene ante las puertas

del reino que habitamos,

tu recuerdo es mi ley.

Ahora a mi alrededor todo es oscuro.

Pasan nubes radiantes por el cielo,

pero luego otra vez se hace de noche.

Le temo a la muerte más que los demás

porque nadie ha entendido mejor que yo

qué es la nada

Lo que te escribo nunca es la verdad,

sólo medias verdades que simulan

un decoro ingenioso, traspasado

por ráfagas extrañas de pasión;

aunque jamás simulo el amor mío,

que es tan mío, lo visto con las mil

apariencias bizarras que componen

el teatro de la vida.

Lo que cuento no es nada, nunca nadie

tiene algo que contar, salvo sus sueños.

Amamos aquello que nos falta

que nos niegan o que nos dan con parsimonia;

tú sabes comprender

esas contradicciones

que pueden más que yo, que son yo mismo.

Escribiéndote empiezo la jornada,

regreso a mi locura y soy feliz.

“Papá escribe”, dicen nuestras hijas,

se mueven sigilosas para no

turbar la amarga dicha de ese instante.

(Fragmentos, ligeramente modificados, de Retrato de París del gran Carlos Pujol. La estrofa séptima es un pensamiento de la Marquesa de Sablé citado por Benedetta Craveri. La foto pertenece a Philippe Schalk)

1 Comment Notas para un diario 80

  1. Anna A. 22/11/2008 at 09:53

    Escuchándote con palabras prestadas, sigo a lo lejos el recorrido de las nubes, de la luz, de un extraño silencio.

    Es cierto, tenemos cosas pendientes. Hay tanto de qué hablar…

    Reply

Escriba su comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *