Pamplona

Me gustaría hacer visible el catálogo de imágenes de Pamplona que guardo en mi interior; después de un cuarto de siglo de vivir en esta ciudad creo que va siendo hora. A lo mejor hasta intento publicarlo con unos breves textos que evoquen algo de lo que esos lugares, a unas horas concretas del día o de la noche, han significado para mí. Antes que nada diría que el vocabulario es relativamente insuficiente. No existe que yo sepa una palabra equivalente a “imagen” que se refiera a los otros sentidos que no son la vista. Imagen acústica, olfativa, etc. Sí pero yo quiero una palabra, no dos. No es un capricho. El hecho de que sean dos traslada las sensaciones del oído, del olfato, del gusto a la forma imagen, y en la realidad no se perciben como imágenes sino como otra cosa. ¿Cómo qué? Lo sé, por que lo he vivido mil veces, pero no encuentro la palabra para darles forma. Uno no conoce algo de verdad hasta que consigue reconciliarlo con un nombre. ¿Y qué decir cuando lo que nos ocurre es que en un instante estallan nuestra memoria, nuestra imaginación o nuestro deseo?

En ese libro de evocaciones de Pamplona el centro sin duda sería la Cuidadela. Un centro que más bien es un vacío. Mi amiga María Josefa Huarte lo veía claramente. Quiso instalar allí el Museo de Arte Contemporáneo. Eso habría transformado la ciudad para más de un siglo, pero no lo vio nadie más que ella. Los políticos estaban más interesados en otras cosas supongo que indecentes. Y las fuerzas (muertas) de la ciudad tumbaron el proyecto.

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