Siempre me llamó la atención, en el grabado de Durero, que ese bello ser melancólico tuviera alas de ángel. Un ángel de cara triste. No parece que pueda volar y elevarse como Ícaro. ¿Será esa la causa de su tristeza? Y es que la naturaleza está ahí, para bien y para mal. Santo Tomás de Aquino (ese sí que era un genio) decía que la vida después de la Resurrección será vida “por la sola acción divina, mientras que en la vida actual es necesaria la cooperación de la naturaleza” (Summa contra Gentiles, IV, 83, 1). Algo de todo eso hay en Job, del que espero con avidez la nueva versión de Julio Trebolle y Susana Pottecher que ha editado Trotta (2011). Y es que como dice Tranströmer, en un verso que llevo inscrito en la piel: Cada persona es una puerta entreabierta/que lleva a una habitación para todos. Me ha encantado por cierto la edición Cantar al vino de Abu Nuwàs (Cátedra, 2010). Nunca más a propósito cuando por fin la península arábiga tiembla. Hay un poema pequeño que se adelanta 1300 años a Ferran Adriá: El vino es manzana líquida,/la manzana vino sólido./¡Bebe lo sólido licuado/y el gozo de hoy/no lo dejes para mañana! Nada como haber leído un poco para no creerse original. Por cierto, además del carpe diem, ¿hay un intertexto genesiaco o eucarístico en esos versos? No creo, pero sí creo, que la respuesta podría estar en el vino (lee si no el Cantar de los Cantares). Me voy a Salamanca y me llevo en la maleta El Lazarillo.
Pícaro final el de un niño al que le negaron las alas. Hace relativamente poco (releo el Lazarillo de vez en cuando) vi una versión cine en BN (Aldarvin, 1959) que me pareció preciosa. Juanjo Menéndez como hidalgo conmovedor, y unos paisajes más cercanos en 1959 al siglo XVI que a la España de hoy. Del Cantar de los Cantares… poco puedo decir: fue una de las lecturas elegidas en mi boda (es posible que te lo haya dicho en otra ocasión). Hoy tu diario tiene mucho del mío. Besos Álvaro.
hoy y muchos otros días, gracias por comentar, un saludo!