Llevo algunos días sin escribir aquí. Varios viajes, lecturas (de las que hablaré mañana) y un cierto cansancio de fin de trimestre. Hemos venido a Biarritz con varios amigos. Desde el coche, al pasar por el puerto de Velate se veía esto. Una belleza blanca bajo un cielo intensamente azul. En el corazón tantos sentimientos, de alegría, de paz, de esperanza también. Un día así es una demostración de que la felicidad debe de ser posible. Al ver, al fondo, los Bas-Pyrénées, con sus cumbres nevadas, Inés, desde atrás, en el coche, dice sin pensarlo: “Un desierto de nieve”. Eso mismo pienso yo, un desierto de nieve.
¡Qué envidia! En Valencia sólo hace frío y humedad… Pero tenemos paella los domingos, je. Un saludo, Rafa.