Una buena amiga me regala las Recomedaciones para formar una biblioteca de Gabriel Naudé. Naudé (1600-1653), además de sabio escritor, ejerció de bibliotecario de gentes tan ilustres como la reina Cristina de Suecia. Fue él quien compuso la biblioteca del Cardenal Mazarino, sobre la que después se conformó el Instituto de Francia y su Academia de la Lengua. Abro ansioso el capítulo titulado “El orden que conviene darles (a los libros)”, y me encuentro con este jugoso párrafo: “Queda suficientemente expuesto este punto sobre el que no hay necesidad de extenderse más, pues el orden de la naturaleza, que siempre es igual o parecido a sí mismo, aquí no se puede observar, ya que debido a las peculiaridades y a la diversidad de los libros, sólo se puede aplicar al orden del arte, que cada cual pretende establecer a su antojo según le dictan su sensatez y buen juicio, tanto por satisfacción propia como por negarse a seguir las huellas y las opiniones de los demás”. Ainsi soit-il!
Un self-service, ¡mucho ánimo!
Cada día lo tengo más claro