He recibido bastantes apreciaciones a mi entrada sobre el libro de la hija de Tolstói, además de los comentarios que se hicieron públicamente. Una amiga, experta en el autor ruso, a la que había escrito de antemano para saber su opinión acerca de la verosimilitud de ese testimonio, me responde lo siguiente: “Concuerdo contigo en que es un texto bello, lleno de amor por los dos protagonistas de esa tristemente célebre historia. ¿Verosímil? Sí, pero además con la delicadeza de quien no quiere poner todo en tela de juicio de los demás. Dice las cosas sin decirlas, no toma partido, es un texto verdaderamente hermoso”. He seguido dándole vueltas al tema y me encuentro, en el Diario del escritor, unos pasajes que se refieren a un punto que yo destaqué en la entrada: al hecho de que Sofía no fuese capaz de aceptar el pasado de su marido, y a las consecuencias que esto tuvo, también en el plano de la escritura. Por lo visto, Tolstói dio a leer, la víspera de su boda, su diario juvenil a su prometida. Deseaba vivir con ella en la máxima transparencia, excluyendo el secreto entre ellos, confiado en que ése era el fundamento más sólido para edificar su matrimonio. Pero este hecho, cargado de buena intención, tuvo dos consecuencias concatenadas. La primera es que Sofía se horrorizó al conocer la verdad de su futuro esposo. Y la segunda es que éste se resistió, desde entonces, a comunicarle a su mujer la integralidad de la verdad sobre su vida. A las dos semanas de la lectura, Tolstói anota: “Mi Diario ya no es sincero. No me quito de la cabeza el pensamiento de que ella está siempre detrás de mí, mirándome y que lo leerá… y tiene que ser para ella” (7 de septiembre de 1862). Un tiempo después, escribe: “Me siento pequeño e inútil. Y soy así desde que me casé con la mujer a la que amo. Todo lo que está escrito en este cuaderno es casi mentira, nace del disimulo. El pensamiento de que ella está ahí, que lee por encima de mi hombro, disminuye y desnaturaliza mi verdad” (18 de junio de 1863). Tolstói busca una solución que no soluciona nada: se dispone a mantener dos diarios, uno conyugal (quiere escribir para Sofía) y otro para sí, secreto, al que ella no debería acceder. Allí cuenta la naturaleza de su desgracia, de la incomprensión mutua. La mera existencia de ese cuaderno privado significa, en la mentalidad de Tolstói, un mal menor, algo a lo que se ve abocado a la fuerza. Cavallari habla con precisión del juego que se traían con todos estos diarios en Yásnaia Poliana (juego al que se incorporaron varios de los hijos), con los derechos que unos se concedían a otros para leer esas escrituras íntimas. Un laberinto opaco. Un horror.
Un verdadero horror, si. Hay algo de lo que quizás no somos plenamente conscientes al escribir y es que las palabras hieren a nuestros seres queridos, incluso aquellas que no son íntimas, las que volcamos en diarios unívocos o escindidos, como en el caso de Tolstói. Creo que la mirada cercana es más inquisidora que comprensiva y siempre sospecha en nuestra escritura un secreto agazapado, algo terrible o algo deforme. Sucumbir a esa mirada es, como dice Tolstói, es perder la sinceridad. La cuestión, entonces, tal vez sea si la escritura le puede a la mentira, si al escribir cedemos a la impostura. Un horror.
la escritura debe poder a la mentira, de otro modo, ¿para qué escribir?
creo que piensas lo mismo, a juzgar por el final de tu comentario
(el gran antagonista de la escritura no es la mentira, sino la muerte)
y sin embargo qué pocas veces eso ha sido posible
La mentira es lo peor, la mentira de verdad no la mentira de mentira, cuando has vivido una mentira de verdad sabes que ya te quedaras siempre con la verdad, aunque luego utilices mentiras de mentira para funcionar en la cotidianidad.
Dos diarios es una buena solución.
parece un poco un juego de palabras, pero creo que estoy de acuerdo contigo
cada uno de los diarios puede contener, como decía Brosdsky, una parte de la oración, pero sólo una parte (se refería a la oración gramatical y, quizás también, al salmo)
sólo añadiría que la verdad, con la que desde luego te quedas, puede tener a su vez varias caras, o al menos cara y cruz
Probablemente la verdad sea en sí la cruz (sin cara)
El problema de la mentira es el retorno, lo que rompe al que miente no al mentido, supongo que en un escritor la cosa se acentúa más. Lo complicado de las mentiras, las mentiras de verdad es que no es necesario que sean descubiertas para dañar, las otras mientras no sean descubiertas siguen su trayectoria y luego crean complicaciones meramente logísticas.
pero bueno, es que nadie va a decir nada de la foto?
Es un sueño (la foto) que podría tranquilamente formar parte de la mentira de un escritor (o de su verdad más tierna)…
Bueno yo solo puedo decirte que leí tu entrada y compré el libro, le terminé el mismo día que lo empecé.
Anteriormene había leido sus diarios, editado por Acantalido.
Al terminar el libro (y todavía) mi sensación es de tristeza.
Pero el libro me ha encantado, así que gracias por ponerlo por aquí.
Eydilion, gracias de nuevo por tus comentarios, que me encantan. Cada mañana cuando me despierto les pregunto a las hojas de ese árbol, ¿qué hay de nuevo?, y cada mañana me responden. "Todo"
madioson, me alegro de que te interesara el libro. Los diarios son maravillosos, ¿verdad?
¿Tristeza? Puede ser. Lo que pasa es que a mí a veces, con los libros especialmente, las cosas tristes me alegran. En todo caso, pienso que la vida es así: alegre y triste a un tiempo.
Si, si, me sucede lo mismo que a ti con los libros tristes, disfruto con ellos.
Digo tristeza por la lucha interna que mantuvo practicamente toda su vida. Indecisión en el qué hacer, cómo actuar. Obedecer a la cabeza o al corazón.
Supongo,pienso que la clave está en que ambos se amaban con locura a pesar de todo.
Ha sido una lectura sumamente gratificante.
Buenas noches Alvaro
para mí tb lo fue