Notas para un diario 170

El otro día leía un ensayo de Zweig sobre la desaparición del célebre Hôtel Schwert (Requiem pour un hôtel), en la cuidad vieja de Zurich. Lo leí en la playa, rodeado de personas que se bañaban alegres, y que gritaban, ajenas por completo al carácter peculiar de mis humores y melancolías. Esa lectura me recordó de inmediato a la Teoría del café central, de Polgar (está en la misma longitud de onda) y me llevó a releer las páginas de Valery Larbaud sobre el Adria Palace de Trieste (en la foto): “El hotel también es de civilización melée: grandes corredores de luz con baldosas a la italiana, habitaciones vienesas con decoración sobria y blanquinegra al estilo de la escritura cuneiforme o los pentagramas musicales, y criadas demasiado alegres y demasiado educadas para no ser húngaras”. ¿Queda algo de ese mundo de ayer? ¿En qué momento se estropeo, afeo y vulgarizó la cosa? ¿No será, por el contrario, que lo tenemos delante todo y no sabemos ver el hilo que une, que liga, que explica? Intento encontrar alguna respuesta en el ensayo que Hermann Broch le dedicó a Hugo von Hofmannsthal (Hofmannsthal und seine Zeit). También en el texto de Larbaud sobre la traducción (Sous l´invocation de Saint Jerôme). Me alegra que Acantilado anuncie, entre sus novedades para la rentrée, los ensayos de literatura de Victor Kemplerer (Literatura universal y literatura europea). Para el 24 de septiembre estará en la librerías. Y yo correré a por él. Ojalá pueda ponerlo como manual de la asignatura. ¿Sigue siendo posible leer y aprender a leer en el sistema Bolonia? Ojalá que sí.

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