Volviendo en moto de Madrid, de madrugada, al paso del paisaje más bello del mundo, el que menos tiene, el que más te da, a los pies del Monte Cauno, me respondí a mí mismo que a partir de ahora sólo me dedicaría a una cosa: a comprender la vida y a intentar escribirla. En cuanto al “nouveau-né”, le velasques de yale, hablaré pronto, mañana quizás.
Atribuido a Diego Velázquez, La educación de la Virgen.