Noche de sueños, pasada la Navidad. Qué extraño es el sueño, qué inaprensibles sus vueltas y quiebros, y, sin embargo, cuán sutilmente se reflejan en él las vicisitudes del alma. A veces, los sueños no me dejan dormir, como ha ocurrido esta noche. Tengo que levantarme y respirar con calma, hasta recuperar el equilibrio; a mí no me gusta abandonar el yo, ni siquiera en sueños. Pero, al rato, me vuelvo a reclinar y espero que reaparezca ese mundo en el que soy, más que un protagonista, un espectador de mi vida íntima. Me inclino con miedo sobre la almohada, pero me dejo llevar. Esta noche, en el sueño, soñé que te robaba algo muy importante, algo que sólo te pertenecía a ti. Una palabra tuya, una sola palabra dicha con ternura, en plena vigilia, propicia los sueños más hondos, me introduce en los abismos del alma. Allí estabas tú, presente, sin estar delante. Estabas como un elogio. Como un elogio del amor.
P.S. La foto, Young Woman, Omagari 1953, es del fotógrafo japonés, Ihei Kimura (1901-1974). Dime si hay algo que se pueda comparar, en belleza, a un rostro humano. ¿A qué no sabes una cosa? Kimura murió un 31 de mayo.
Y te diré una cosa: ese gorro es lo más cómodo que hay, te cubre del sol y el cuero cabelludo mantiene la libertad de la desnudez. Lo uso siempre, en secreto claro, en el jardín de mi casa, o a escondidas en una playa.
¿Qué tiene de especial el 31 de mayo?
en el santoral cristiano, se celebra a la Santa María, Madre del Amor Hermoso…
mira que bonita la canción de Joe Henry, impresionante, ¿no?
Preciosa foto y muy sugerente entrada, que de pronto me ha recordado mi sueño aterrador de esta noche! Sé que lo he anotado a ciegas en un cuadernillo, a eso de las 5 am, aunque recuerdo… oh my God!
gracias, Bel, los sueños sueños son…
Sí, así es, por suerte, pero qué interpelaciones…