Libros para regalar en Navidad

Se acercan las enésimas Navidades de la crisis y, no hay mal que por bien no venga, en vez de endilgar regalos prohibitivos-ostentosos-inútiles se pueden regalar libros a placer. No suelen pasar los más caros de 30 €, quedan para siempre (claramente son inversión no gasto) y su valor añadido en términos no económicos es incalculable. Tranquilos, no voy a recomendar La Tercera persona, ya sé que no hace falta porque todos vais a regalar al menos uno o dos (pensad que es como si actuarais de mecenas renacentista para que se pueda publicar la segunda parte de la infeliz historia amorosa de Claire y Jacob). Si no os apetece, a ver si entre estos otros encontráis algo que os convenga para alguien querido o para vosotros mismos, ¿por qué no?

Ensayo creativo

Comienzo por un género (si es que lo es) que cada día me gusta más: el ensayo creativo. Dos joyas. La primera, titulada Las cataratas, de Eliot Weinberger (Duomo Ediciones, 2012). Relatos y conatos de relatos, intuiciones y reflexiones apenas incoadas, descripciones de todo y de nada, al hilo de un oído musical cultivado y poético. Pongo un ejemplo: un texto se titula “En azul” y comienza con esta frase “Remóntese lo suficiente y no hay azul”. Después una catarata nada caótica de apuntes sobre ese color (y la música, con citas increíbles de Thoreau o de Kandinsky) que termina con la frase de Malevich en la que afirma que él ha “roto la frontera de los límites y ha entrado en lo blanco”. O sea, que el suprematista es alguien que remontó lo bastante alto, ¿no? En una línea similar, más narrativa, ha salido un libro del también ruso Danil Jarms titulado Me llaman capuchino (Automática, 2012). Lo incluyo en ensayo creativo porque se trata de auténticas fábulas, con todo su contenido sapiencial. Hacía tiempo (al menos desde que leí al polaco Mrozec) que no me reía tanto con historias breves de cuño popular y que guardan la esencia de un humor oriental pleno de violencia y melancolía. “Ahora todo el mundo sabe lo peligroso que es tragarse una piedra”. ¿Quién puede resistirse a leer dos páginas desternillantes que comienzan así? En el relato final, un niño que se llama Vania intenta escribir una historia y comienza con el sempiterno “Érase una vez, un rey” . Un amigo le dice que no siga, que ya existe un cuento así. Se lo cuenta. Intenta entonces escribir el de “érase una vez un bandido”, después  el del herrero. Y nada. Ya hay cuentos así. Seguro de haber encontrado la solución irrebatible, Vania escribe: “Érase una vez un niño que se llamaba Vania”. ¡Inútil! Ya existe. ¿Dónde? En el número x de revista tal. Vania acude al quiosco y compra dicho número. Allí está su cuento que no era otro que el que ya estábamos leyendo. ¡Genial!

Ensayo filosófico

Trotta ha publicado los Escritos sobre Ortega de María Zambrano (2012). Me fijo en uno crucial. El texto en el que Zambrano enjuicia el silencio de Ortega y de Azorín durante la guerra. Menudo tema inabordable. Habían sido sus más admirados poetas y maestros de vida. Pero siempre hay algo por encima de las fidelidades personales. La fidelidad a la vida y a su verdad. La fidelidad al pueblo. Creo que no he leído ningún escrito sobre nuestro incivil conflicto que sea más iluminador. Como en la República platónica, se enfrentan en él dos tradiciones políticas y filosóficas en estado puro: la “liberal” y la “comunitarista”, la racional y la carnal o misericordiosa. Con una mezcla única de lucidez y de compasión, Zambrano lo explica divinamente. Y concluye con unas frase que me grabo para siempre y que no quiero citar de memoria: “Al fin hemos sido contendientes y como tales no hemos podido apresar la totalidad, como nunca en la vida podemos hacerlo. Porque la verdad absoluta es incompatible con el hecho de estar vivos. Lo único que podemos pretender es haber tenido nuestra verdad y haberle sido fieles hasta el fin, seguir siéndolo ya que el fin, claro, aún no ha llegado”. Zambrano realiza magistralmente la síntesis: nadie posee la verdad (liberalismo) y en esta vida el mayor grado de verdad se alcanza por la agregación de los esfuerzos de muchos (ese es sin ir más lejos el principio comunitario que debería inspirar la vida universitaria). Nada demasiado diferente de lo que dice en otro ensayo, también editado por Trotta, Odo Marquard (Individuo y división de poderes, 2012), en un texto titulado “Breve antropología del tiempo” que recomiendo encarecidamente. La vida humana es breve, dice. A una vida breve se le corresponde una filosofía breve (totalmente de acuerdo, es el alma del ensayo creativo y de la fábula). De aquí saca tres consecuencias. La tercera es el carácter plural de la vida. “La vida es breve. Y por si fuera poco, esta breve vida la vivimos una sola vez. Por eso necesitamos a nuestros congéneres, que son muchos y tienen muchos (y muy variados) tiempos vitales en los que podemos participar, y de este modo podemos tener también, en cierto sentido, sus vidas y sus tiempos vitales”.

Autobiografía

Antes de entrar en el terreno pantanoso de los epistolarios, un guiño al opúsculo Corrección de pruebas en alta Provenza (RM, 2012) en el que Julio Cortazar cuenta que salió de París por la autopista del sur en una camioneta WW con cocina y camastro incorporados para enfrentarse con las pruebas del Libro de Manuel entre los pinos del mediodía francés. Una delicia. Pero parece que destacan estos meses la edición de varios epistolarios que no se pueden dejar pasar de largo. Sobre todo porque siendo personales no son ninguno de ellos demasiado impúdicos. Los editores en los tres casos que quiero destacar han sido impecables en este punto esencial: dejar lo que tiene un interés literario. Primero, por su importancia, la edición por la Universidad de Salamanca de las Cartas del destierro de Unamuno. Más de 300 cartas del escritor bilbaíno enviadas desde Puerto Cabras, París y finalmente desde Hendaya. Imprescindible para quien quiera conocer lo que a mi juicio fue el momento cumbre, desde el punto de vista creativo, de don Miguel. Después, se puede regalar sin el menor miedo Aquí y ahora, la correspondencia Auster-Coetzee (Anagrama-Mondadori, 2012) y por supuesto la edición con las cartas de Bruce Chatwin (Bajo el sol, Sexto Piso, 2021) recién recién aparecidas. Hablaré más adelante de los tres epistolarios en estas mismas páginas, pero vaya por delante mi recomendación.

y, por último, lo mejor: la poesía

Me limito a dos libros recientes. Se trata de dos de los más grandes, autores capaces de iluminar por si solos una habitación oscura e interior. Pleno verano, la amplia selección de la poesía de Derek Walcott que se ha editado en la colección Esenciales de Vaso Roto (2012). Bilingüe, cosa en efecto esencial. Y yo me haría sin tardar con la edición de todo Herbert en Lumen (Poesía completa, 2012). Naturalmente que hablaré más a fondo de estas dos obras que serán mis lecturas de los próximos meses.

En unos días daré las lista de los que considero los siete libros mejores de 2012.

4 Comments Libros para regalar en Navidad

  1. Marijke Boucherie 22/12/2012 at 09:55

    Your recommendations are a precious Christmas Present. Thank You. And Please find the Mecenas for La Tercera Persona. Marijke B.

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  2. Eleonora 22/12/2012 at 14:22

    Agendado, Álvaro. Dan ganas de salir corriendo a la librería. Felicidad para tí y los tuyos.

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  3. Álvaro de la Rica 22/12/2012 at 20:32

    Thank you Marijke. My best wishes for you!

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  4. Álvaro de la Rica 22/12/2012 at 20:33

    Eleonora, te mando un abrazo bien fuerte. Gracias por pasarte por aquí.

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