La poesía de John Burnside

Existe en el mundo un circuito internacional de poetas, del mismo modo que existe uno de tenistas, de mujeres-modelo, de pintores (éste ha estado tan manipulado que felizmente se va borrando de la faz de la tierra) de pilotos de moto y de Fórmula 1 (¿se sigue llamando así ese circuito?), y supongo que de muchas otras cosas. Yo diría que existe con mayor descaro que en el territorio de la prosa, de la narración o del pensamiento. Congresos, cónclaves, presentaciones, lecciones magistrales, en fin, todo un conjunto de actividades más o menos inútiles destinadas a que algunos poetas, que siguen sin vender apenas libros, puedan sobrevivir y con frecuencia vivir sobre los demás. Como ocurre en esos otros ámbitos, se supone que los que están son los mejores en lo suyo, los o las que tienen un talento mayor, mejores piernas o más reflejos, aunque como ocurre ahí donde la condición humana se instala la trampa, el interés y hasta el timo aparecen pegados como la pez a esas construcciones “demasiado humanas”. Supongo que podría hacerse una historia del circuito internacional de los poetas (a lo mejor nos encontrábamos con que se remonta al Renacimiento o incluso algún periodo de la literatura y el orbe romanos), pero el circuito moderno yo pienso que comienza con Thomas Eliot y con las giras americanas que realizó en el último tercio de su vida. Eliot llegó a llenar estadios deportivos, por increíble que parezca. Si atendemos a esta secuencia histórica apenas esbozada se puede afirmar que el circuito de los poetas, a pesar de tanta máscara, tiene algo que ver con fenómenos tan fundamentales como la identidad cultural europea, el comparativismo en literatura o el estilo internacional.
John Burnside ha ido, con el paso de los años, instalándose en la pole position de esa carrera poética, y no es de extrañar dado que ha publicado ya (además de sus novelas y varias piezas autobiográficas) una docena de libros de poesía, más que notables, comenzando por aquel ya lejanoThe hoop (1998), La anilla. Yo conocí su obra a través del poeta catalán afincado en Polonia Xavier Farré, y del llorado hispanista y catalanista Arthur Terry que me lo recomendaron con entusiasmo. El mundo natural, el origen y las formas de las cosas humanas, el lenguaje como iluminador de éstas, los espacios físicos, urbanos y domésticos de conformación de las personas, el tiempo, cómo no, el tiempo como “espacio” en el que todo lo que es mortal y cambiante debe desplegarse. “Conectar con el mundo” sería para Burnside una parte de la función del poeta, frente al místico y al metafísico. Y por qué no frente al físico, hubiera preguntado su admirado Lucrecio. “Mine is the other North… “, escribe en The North, un poema extraordinario de su libro El mito del gemelo (1994), incluido también en la antología recién publicada en Pre-Textos (Conjeturas y esperanzas, 2012). No creo que sea tan fácil la distinción, ni creo que él piense tampoco que lo es. Los espacios de unas y otras dimensiones se mezclan felizmente en una confusa torre de babel.
“No es que nos sometamos a nuestro miedo/o que no confiemos en nada/es solo que la oscuridad/se abre/en mañanas semejantes…en noches semejantes/ cuando estamos con el fantasma de nosotros mismos/estos sabores habituales: áloe y agua de colonia/y el lazo de dulzura/que persiste en mis manos durante horas/cuando me doy la vuelta/para dormir”.
Poeta de la intimidad, pero de una intimidad cósmica, en su obra traza un mundo reflexivo y relativamente esperanzado, un espejo apto para el auto-reconocimiento, abierto a cualquier lector que se sienta extraño en su propio mundo.

2 Comments La poesía de John Burnside

  1. Francis Black 28/05/2012 at 14:56

    ¿Publicas en breve? he leido por el blog, pero no concretas más

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  2. delarica@unav.es 28/05/2012 at 14:56

    creo que el libro estará en dos o tres semanas

    gracias por preguntar!!!

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