I´m in heaven!

A veces me pregunto por el Cielo. ¿En qué consiste? Lo que más me intriga es la relación que pueda tener con esta vida. No comparto la idea de que nada tiene que ver con ella. Muchos han menospreciado la vida en favor de los prestigios del Cielo. El “ni ojo vio, ni oído oyó” de San Pablo no ha ayudado mucho. Yo creo que existe entre ambas una relación directísima, sacramental dirían los antiguos teólogos. En la práctica todo se concreta en la contemplación. Seguro que me equivoco pero intuyo que la medida de nuestro Cielo nos la da la medida de nuestra vida. Y allí no pararemos de contemplar nuestra vida de aquí. Como lo hacemos de paso en esos días redondos que alguna vez llegan, en los más largos y ociosos del verano, o en invierno recogidos frente a un fuego, y que nos permite ver con cierta distancia y ternura, bajo una luz dorada, lo que nos haya ocurrido en el pasado a nosotros y a los que hemos amado. Creo que el Cielo consiste, de un modo mucho más pleno y perfecto, en la posibilidad de hilar, de unir, de comprender, toda nuestra vida. La misma sustancia de la que están hechos los sueños pero con el verdadero orden. ¿Y a la inversa? ¿Qué noticia tenemos de la otra vida en esta? Tampoco tengo la menor idea pero si sé por experiencia que la sombra de consciencia aquí de lo que será la vida de allí nos impide vivir con la espontaneidad que la vida merece. Toda contemplación podría comportar un exceso e ir en detrimento de la vida. ¿Será esta la razón de la superioridad que los filósofos atribuyen a la vida activa? Voilá la importancia de un libro como A time for silence de Patrick Leigh-Fermor! Me ha gustado mucho leer también en otro libro precioso, El ojo en la mitología. Su simbolismoesta confesión de Juan Eduardo Cirlot: «Cada noche estoy durante una hora en mi gabinete de trabajo, sentado frente a una pared en la que están clavadas mis espadas, mi maza de guerra. El cuarto tan solo está iluminado por una vela y me resultaría imposible jurar que todo eso sea exterior a mi cuerpo y mi pensamiento. Son almas de objetos lo que estoy mirando, no objetos»

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