Essays on reading Vila-Matas (part.II): Aire de Dylan (2)

No hace falta ser Gérard Genette, ni tampoco un lince, para darse cuenta de que Aire de Dylan es un ejemplo de manual del procedimiento narratológico llamado “mise en abyme”, lo que siempre que se usa bien significa que el escritor consigue, de algún modo, abrir una grieta en la imagen de la realidad, establecer una duplicidad de caminos ante el lector: a saber, en este caso, la poética que Vilnius establece en su conferencia de San Gallen (y más tarde en la de la librería Bernat) y la poética que la novela como tal revela en su propio mostrarse. Al menos durante las primeras cien páginas ambas corren por vías separadas pero paralelas. Las preside la búsqueda del fracaso como fin literario, la prosecución fallida de que el lector abandone hastiado la escucha de un discurso que trata de ser, a propósito, lento, aburrido y de tan particular insignificante y hasta absurdo. ¿Lo consigue? ¿Logra Vilnius o el autor que el escuchante o el lector abandonen el reto antes de tiempo? En bastantes casos sí que lo logra Vilnius y no me extrañaría que el autor se hubiera dejado en la gatera en este caso los pelos de bastante lector que haya huido despavorido. Not me, certainly.

Sobre esa grieta estructural,se abre el horizonte poético de la novela, y el lector que transita fascinado entre esos dos planos o facetas comienza a sentirse a gusto en un mundo hecho de interrupciones, de indiferencia, de escisiones, equívocos, incestos, volubilidades, inminencias. Un mundo débil metafísicamente hablando, que diría Vattimo. El lector sonríe con complicidad cuando, a la altura de la página 140, Vilnius habla de su curiosidad por la realidad última. Conste que he dicho sonrisa cómplice y no sonrisa irónica.

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