Diccionario Plossu (2): Negro

En homenaje a Seamus Heaney, poeta, muerto en Dublín el 30 de agosto de 2013.

Otro poema de Heaney me dio una clave del negro-Plossu: She taught me what her uncle once taught her:/how easily the biggest coal block split/If you got the grain and hammer angled right/The sound of that allured blow/Its co-opted and oblitarated echo/taught me to hit, taught me to loosen,/Taught me between the hammer and the block/To face the music./Teach me now to listen,/To strike it rich behind the linear black. ¡Qué fuerte es siempre, ante la palabra justa a o la imagen perfecta, la tentación de obviar el comentario! Pero, un arte explica otro; si se sabe escuchar el golpe el cincel, el ruido se convierte en música, en una música callada. Además, oh mortales, apenas tenemos otra posibilidad que la de compartir la resonancia (de todo lo valioso) y el eco olvidado. Estas son verdades de las que nadie descubre por sí mismo. Se requiere un tío, un padrino o hasta un maestro desocupado para transmitírnoslas, como ocurre con los grandes mitos, como la fe en el hombre que pasa de boca a oído. Que la verdad del negro en Plossu depende del ángulo. Que hay que encontrar una veta. Y golpear. Y escuchar la música. No es tanto el hacer (enseñar, colocar el martillo o el visor en el ángulo correcto, o encarar la música, golpear, encontrar e insistir) como la melodía que surge entre el ser y el devenir, entre la cosa y su transformación por medio de la acción humana. Sólo así la materia, el carbón o el jersey negro de Françoise, el modo en el que sostiene su cigarro, se convierten, en un plano que está entre la materia y el espíritu, pero que es completamente real, en algo concreto y asequible. El arte fotográfico puede desplegar una simbólica de lo real. Una parte decisiva de esta simbólica tiene que ver con la luz, con los colores, y también con las sombras, con la ausencia de luz. Con el negro. Con la inmensa riqueza del negro. Tampoco es que el negro sea ni represente a Dios, pero hemos aprendido de los místicos y de los poetas (Hugo, Kafka) que frente a sus puertas cae la sombra. El negro no contiene ningún color. El no-color. El no-saber. Rayo de tiniebla, como en Santa Fe (1983) La noche amable más que la alborada. Los ojos azabache y expectantes de Françoise.

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